Ayer fue el día de la palabra. A partir de ahora, los hechos. Rajoy se mantendrá a la espera. La clave estará en comprobar el futuro de ANV. Y si en Navarra se va a dejar gobernar al partido que ganó las elecciones. En Pamplona ya se ha producido un primer paso. Ésa será la prueba del nueve.
El temor a que ETA empiece a cometer atentados ha provocado un giro tan radical en la política de incomunicación y enfrentamiento entre el presidente del Gobierno y el presidente del PP, que desde ayer se puede decir que los dos líderes han decidido hacer, de la necesidad, virtud para tratar de encarrilar el proceso fracasado de negociación entre el Ejecutivo y la banda terrorista. Tanto es así que la reunión de ayer, que se auguraba como una pérdida de tiempo, después de que el presidente del Gobierno no hubiera allanado el camino en su última entrevista televisiva, se ha convertido (si el pillaje no lo estropea a la primera oportunidad electoral) en un punto de partida. Que no estará mal, teniendo en cuenta el páramo en el que se encontraba la unidad democrática contra ETA hasta hace tan sólo unas horas.
El primer mensaje de Rajoy fue el mismo que pronunció cuando se entrevistó el año pasado con el presidente del Gobierno, antes de que se celebrara el Debate sobre el Estado de la Nación: apoyo al Gobierno para derrotar a ETA. Pero ayer, el líder de la oposición quiso poner especial acento en la conveniencia de fortalecer la unidad democrática que se perdió el mismo momento en que él se enteró oficialmente que los socialistas vascos se iban a reunir públicamente con la ilegalizada Batasuna.
Consciente de lo que está reclamando la ciudadanía y a pesar de que algunos estrategas electorales de su partido tengan sus dudas sobre la posible confusión entre un apoyo al Gobierno o un «cheque en blanco» o hacer «seguidismo» (como dijo en su día el socialista Almunia al entonces presidente Aznar) el líder popular insistió en su idea: no es hora de reproches, no es el momento de medir la credibilidad del presidente del Ejecutivo (que para eso están las urnas) y, ante el gran mal de la amenaza terrorista, el gran remedio de la unidad perdida. Una actitud que sin duda agradece, aunque no pueda reconocerlo, el inquilino de La Moncloa, que prefiere contrarrestar estos cuatro años de diálogo sostenido con ETA (y simultaneado con el Pacto Antiterrorista, mientras funcionó) con algunos gestos que se puedan interpretar como una corrección de la política antiterrorista.
Después de la intervención de Rajoy dirigiéndose a ETA y a la unidad de los cuarenta millones de españoles frente al terrorismo, la intervención de la vicepresidenta Fernández de la Vega sonó distinta. Unidad y derrota del terrorismo. Y no digamos si nos fijamos en la declaración, en esta línea, de un desconocido secretario de organización, José Blanco.
Ayer fue el día de la palabra. A partir de ahora, los hechos. Rajoy se mantendrá a la espera. La clave estará en comprobar el futuro de ANV. Y si en Navarra se va a dejar gobernar al partido que ganó las elecciones. En Pamplona ya se ha producido un primer paso. Ésa será la prueba del nueve.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 12/6/2007