EL MUNDO 21/04/14
EDITORIAL
El ABERRI EGUNA de ayer puso de manifiesto que en el País Vasco hay dos caminos bien diferenciados hacia la autodeterminación: el de un PNV que propugna un proceso de negociación con el Gobierno, y el de la izquierda abertzale, que reclama directamente «el derecho a decidir», al estilo del independentismo catalán. Así, el lehendakari Iñigo Urkullu pedía ayer al Gobierno que aceptara «la realidad nacional vasca» y asumiera «la fórmula democrática» que propone el PNV para lograr el nuevo estatus político con «diálogo, negociación, acuerdo y ratificación». Por el contrario, los abertzales–Sortu, EA, Aralar y Alternatiba– celebraban en Pamplona el Día de la Patria Vasca con gritos de independencia.
El PNV, que tiene en mente el rechazo del Congreso al Plan Ibarretxe en febrero de 2005 y no necesita a la izquierda radical para gobernar, ha abandonado lo que podríamos llamar la confrontación con el Estado en la lucha por la independencia, mientras que ese camino es el que reivindica con toda rotundidad el entorno proetarra. Y es desesperanzador que la Asamblea Nacional de Catalunya (ANC), la plataforma separatista que inspira el desafío soberanista de Artur Mas, acudiera ayer a los actos organizados por los abertzales.
Los ciudadanos de Cataluña y los votantes de CiU deberían considerar lo que supone que la izquierda radical vasca haya hecho suyos los postulados de la vía catalana hacia la independencia. Un panorama que recuerda al acto en el que Artur Mas presentó la pregunta del referéndum del 9 de noviembre, escoltado por los republicanos de ERC, los comunistas de ICV y los antisistema de las CUP. Son los compañeros de viaje que ha elegido en su deriva separatista.
La moderación del PNV deja también en evidencia la estrategia de la Generalitat. Porque demuestra que la política de hechos consumados y de desobediencia a los tribunales es una forma artificial de incrementar la tensión con el Estado.Hoy, en Cataluña, las fuerzas independentistas representativas caminan marciales y al unísono para intentar conseguir su objetivo, mientras que en el País Vasco coexisten dos caminos diferenciados. Y los hechos demuestran que el PNV puede sacar tanto más rendimiento electoral cuanto más se aleje de EH-Bildu.
No es de extrañar, pues, que los españoles no perciban una marcha atrás de Artur Mas en sus intenciones. A pesar del reciente rechazo de su plan por el Congreso, un 50% de los entrevistados en la encuesta que ha realizado Sigma Dos para EL MUNDO considera que convocará finalmente el referéndum de independencia, a pesar de que al hacerlo estaría desobedeciendo al Parlamento. Y ante el empecinamiento del presidente de la Generalitat, los encuestados exigen firmeza al Gobierno. Así, un 70% considera que si la Generalitat elabora una ley de consultas propia para evitar la prohibición del referéndum, el Ejecutivo debería recurrirla al Tribunal Constitucional. Y nada menos que el 46% de los españoles está a favor de que el Gobierno suspenda la autonomía de Cataluña si esa ley de consultas se declarara inconstitucional y Mas se empeñara en realizar el referéndum.
Más firmeza ante el desafío, sin descartar el diálogo, y consensuar una postura común con el PSOE deben ser a partir de ahora las líneas de actuación del Gobierno para evitar que la Generalitat culmine su deslealtad al Estado.