IGNACIO CAMACHO-ABC
- En el duelo entre la realidad de la calle y los espejismos virtuales de Sánchez no es descartable que los espejismos ganen
El año que queda de legislatura, es decir, el largo ciclo electoral con meta volante en las municipales, va a ser un duelo entre la realidad de la calle y los espejismos virtuales fabricados en el laboratorio de ficciones políticas de Pedro Sánchez. Ojo, porque no resulta en absoluto descartable que al final los espejismos ganen. El presidente minusvalora la factura de sus reiterados incumplimientos y de su volatilidad de criterio, que han desatado una fobia social hacia su figura y una pérdida generalizada de confianza y de respeto; pero a su vez la oposición –no sólo la parlamentaria, sino también la ciudadana– minimiza su capacidad para surfear contratiempos y su ventajismo a la hora de retorcer las reglas de juego. Aunque la remontada es difícil quedan meses de forcejeo, de una ofensiva gubernamental con enorme despliegue de medios coronada en el espectáculo pirotécnico del semestre de protagonismo europeo. Los españoles vamos a sufrir un intenso bombardeo propagandístico reforzado por el derroche de gasto clientelar que permiten los incrementos tributarios y el excedente de recaudación indirecta derivado del impacto de la inflación en el precio de los productos de consumo cotidiano. El plan consiste en un crescendo publicitario que venderá como éxito hasta cualquier fiasco, como acaba de suceder con el gasoducto transpirenaico. Basta con renombrarlo del modo adecuado, como dice Cuartango; hay cientos de asesores en La Moncloa dedicados a crear marcos conceptuales a base de retorcer el diccionario para llegar a las urnas de mayo en un clima de pensamiento mágico regado por las encuestas-ouija de Tezanos.
La semana entrante, por ejemplo, toca explotación intensiva del aniversario del triunfo felipista. Por supuesto con purga china a las voces críticas: a Guerra, que algo tuvo que ver con aquello, lo han ninguneado en la conmemoración de Sevilla. Al propio González, que se deja homenajear como una vieja gloria futbolística, lo orillan achicando sus fotografías o convirtiéndolo en precedente remoto del esplendor sanchista; el otro día en Madrid por poco lo esconden tras una cortina. El pasado, como el presente y no digamos el futuro, sirve de materia prima para la factoría oficial de realidades alternativas, logros imaginarios y proyecciones ficticias. Lenguaje Humpty Dumpty: el poder confiere el privilegio de que las palabras, las cifras y hasta los hechos signifiquen lo que el Gobierno decida en cada momento. Así, el ‘tope ibérico’ del gas consiste en pagarlo a plazos y Hacienda llama bajada de impuestos a un simple descuento de las retenciones cuya diferencia habrá que devolver en 2024, cuando las elecciones hayan pasado. Sin embargo, por burdos que parezcan estos trampantojos llenos de efectos ópticos trucados, no conviene subestimar su eficacia en una opinión pública que ya ha demostrado su proclividad al autoengaño.