Harán falta catedráticos en ‘Ciudadanía’ para averiguar por qué los mismos que sufrieron la ilegalización por pertenencia a organización terrorista, se convirtieron en representantes de la izquierda abertzale, para volver a ser reubicados por un juez en el entorno de ETA. Salvo que se encuentre la clave electoralista, después de tantos meses de vacilación.
Les costará entender, seguramente, a los futuros alumnos de Historia, que los protagonistas que un día fueron considerados «hombres de paz» acabaran con sus huesos en la cárcel por un tiempo; que el «interlocutor necesario», Otegi, considerado así por el Gobierno, haya terminado sumido en el silencio forzado de la celda. O que representantes de ANV estuvieran reunidos con Batasuna en el momento de la detención de la Mesa Nacional o que, de golpe y porrazo, las parlamentarias de EHAK vean su sede registrada por orden judicial, cuando nunca la Fiscalía veía indicios de relación con Batasuna.
Harán falta verdaderos catedráticos en «Educación para la Ciudadanía» para dar con la clave de tanto cambio en cuestión de meses. Y es que no es tarea fácil poder averiguar por qué los mismos que sufrieron la ilegalización de su partido, por pertenencia a organización terrorista, se convierten como por arte de magia en representantes de la Izquierda Abertzale para volver a ser defenestrados de tan bien sonante título y reubicarse, por voluntad del juez Garzón, en parte del entorno de ETA. Salvo que se encuentre la clave electoralista para explicar esta corrección, después de tantos meses de vacilación, en política antiterrorista.
Parece lógico que desde Batasuna consideren que las últimas detenciones de la dirección de su formación obedezca a una operación de revancha. No debería ser así en un Estado democrático que tiene a gala la separación de poderes. Pero se entiende el desconcierto de unos señores que durante este año han celebrado infinidad de reuniones de la Mesa Nacional sin que las autoridades le hayan puesto pega alguna. Que han dado todas las conferencias de prensa que han querido para hablar en nombre de Batasuna y justificar las barbaridades cometidas por el entorno de ETA sin que haya tenido, apenas, problemas con la justicia. Y que han celebrado decenas de manifestaciones sin obstáculos con los vigilantes del orden público, salvo los últimos episodios de San Sebastián. La vicepresidenta De la Vega habla de electoralismo. No del propio, naturalmente, sino del PP. Y habla también de coherencia donde, para ser rigurosos, debía decir eficacia. Porque, al referirse a que las últimas operaciones policiales responden a «un funcionamiento normal de la Justicia» ¿a qué funcionamiento se refiere? Al de la permisividad con el entorno de ETA, de antes, o al acoso policial y judicial que ahora se practica?
Ya se sabe que en vísperas de elecciones, las encuestas de intención de voto son el verdadero oráculo de los partidos. Y puede ser que los mismos indicadores que aconsejan al Gobierno Vasco pedir perdón a las víctimas por haberlas marginado durante tantos años, estén recomendando una revisión de la Historia. Una revisión como la que se vivió ayer en el parlamento vasco en donde las víctimas de ETA que asistieron al pleno monográfico, tuvieron que escuchar una petición de perdón acompañada de un «lavado de imagen» en algunos casos tan descarado que, al final, resultará que los funerales de guardias civiles y policías nacionales estaban llenos de nacionalistas cercanos y solidarios.
Y los socialistas, los populares y algunos periodistas que estaban al pié de tan terribles escenas en los años de plomo, saben que la historia es muy otra. Sea como fuere, y a pesar de las intenciones partidarias, parece que entramos en una etapa de corrección de una línea que nunca se debió abandonar. Que dure.
Tonia Etxarri, EL DIARIO VASCO, 6/10/2007