Ignacio Camacho-ABC

  • Era verdad que Sánchez está dispuesto a prescindir del Parlamento. Ahora sabemos que también de una parte del Gobierno

Qué papeles ni papeles. A las rondas de conversaciones con Sánchez se va como a las del Rey, a cuerpo limpio, a escuchar lo que el César tenga que decir y a responder sólo cuando a uno le preguntan. Eso de cruzarse antes documentos es para las cumbres de Bruselas, que allí son muy aficionados a los ‘sherpas’ y la burocracia de Excel. Aquí mandas un archivo a alguien, al fiscal general por ejemplo, y a los pocos minutos acaba en la prensa y luego encima te pide explicaciones el Tribunal Supremo. Los asuntos de Defensa –o de seguridad, el eufemismo de moda– son demasiado serios para discutirlos en el Parlamento. El que quiera enterarse que vaya a la Moncloa, que ya es bastante privilegio.

Y con veinte minutos por cabeza, treinta a lo sumo, está cumplida la deferencia. El mismo tiempo para todos, igualdad progresista. La gente no se da cuenta del esfuerzo que va a hacer el presidente para repetir el discurso nueve veces y escuchar respuestas ya conocidas de antemano. Eso no está pagado. Viene el hombre de dar barzones en el Falcon por media Europa, codeándose con gente de verdad relevante, y tiene que dedicar una mañana a recibir a nogueras, aizpurúas y rufianes, todos con la misma matraca. Y a Aitor el del tractor, y a Feijóo, que cada vez que entra en el palacio mira la decoración como si estuviera ya pensando en cambiarla. Vaya tropa. Si por lo menos acudiese Otegi, que ciertamente entiende algo de armas…

Lo más cansino es aparentar interés ante personas convencidas de que su opinión importa. Como Yolanda, a la que hubo que entretener dos horas porque no se entera de nada y piensa que pinta algo en el Gobierno. Todavía con los ‘puigdemones’ es menester guardar las apariencias para que no se pongan bordes, pero a estos de Sumar dan ganas de recordarles que les va a faltar campo para correr como haya elecciones. Su suerte es que el P… Amo lo tiene todo pensado, incluido el margen para que los socios se sientan estupendos gritando OTAN-no-bases-fuera y llamándolo ¡¡a él!! señor de la guerra, pero como falle algo a ver cómo explican a sus votantes el papelón de haber hecho el caldo gordo a la derecha.

Esto de la democracia, el pluralismo y tal es una pérdida de tiempo. Luego se queja la oposición de falta de respeto a los formalismos. Pero al cielo iban a llegar los gritos si el Uno dijera la verdad: mirad, queridos niños, está decidido. Si decís que sí, bien, y si no da igual porque sin tocar los Presupuestos (prorrogados) pienso cambiar partidas de sitio y meter hasta los sueldos de la Guardia Civil como gasto defensivo. Y es que los españoles estamos tan acostumbrados a que Pedro nos engañe que hemos dejado de creer en la simple posibilidad de verle cumplir un compromiso. Pero resulta que no sólo era cierto que iba a estirar el mandato sin el poder legislativo: está dispuesto a hacerlo incluso sin parte del Ejecutivo.