TEODORO LEÓN GROSS-ABC

  • Sánchez se ha sumado a quienes ya dictan que la canción de la pareja de peluqueros de Alicante es un himno

Probablemente Pedro Sánchez imaginará a los quince de la Junta de Fiscales del Tribunal Supremo cantando el ‘Cara al sol’ en los salones palladianos del viejo palacete del Marqués de Cubas y Fontalba. O más bien a doce entonando el ‘Cara al sol’, mientras los otros tres estarían en una sala contigua bailando ‘Zorra’ al son de Nebulossa. La sanchidez es tan previsible que el presidente, siempre dispuesto a la lógica divisiva, ahora ha fantaseado con las dos españas de ‘Zorra’ y el ‘Cara al sol’. Sólo le habían preguntado si le gustaba la canción de Eurovisión, pero Sánchez no pierde una oportunidad de sacar ese colmillo divisivo, sin temor a exhibir un tono cutre y ramplón, de ahí que respondiera que a él sí le gusta pero da por hecho que la «fachosfera» sin duda preferirá el ‘Cara al Sol’. En ocasiones veo fachas… La anécdota retrata la áspera vulgaridad de la sanchidez, con ese maniqueísmo cerril, incapaz de transmitir dignidad a ser el presidente de todos los españoles.

A nadie le sorprenderá que a Sánchez le guste ‘Zorra’, supuestamente un hito del ‘pop petardo’ según lo consagra la Biblia del sanchismo. Tampoco hay que esperar más de un tipo escasamente formado, incapaz de escribir los libros que firma o su propia tesis para acreditarse doctor, aunque sí de tomar el Falcon para no perderse a The Killers en concierto. Claro que Sánchez puede ser un tipo inculto y mezquino pero es listo y con sobrado olfato político e instinto depredador; y se ha sumado a quienes ya dictan que la canción de la pareja de peluqueros de Alicante es un himno. Y ya da igual que sea una birria, una vez bendecido como himno. Desde ya, o eres zorrista o facha. Al cantante Manu Tenorio le han dado fuerte y flojo, hasta en el carnet de identidad, por hablar de su calidad deplorable. Esto es lo que hay. Los mismos del derecho sagrado a la libertad de expresión de Itziar Ituño para blanquear a etarras, no van a tolerar una crítica a esa canción de tres al cuarto. Todo un auto de fe del credo ‘woke’.

A Sánchez le interesan las guerras culturales, bajo la convicción de que su supervivencia dependerá no de su gestión sino del muro que ha levantado para enfrentar a la sociedad desde trincheras identitarias. Mientras los fiscales del Tribunal Supremo ponían en evidencia la letanía falsa del presidente y su corifeo mediático dictando sentencia absolutoria para salvar su mayoría –«todo constitucional», «en Cataluña no hubo terrorismo»…– él agita la milonga de la «fachosfera», para estigmatizar a medio país como derecha extrema, con la caricatura zafia de franquistas de ‘Cara al sol’ y olor a naftalina. Claro que ese sectarismo identitario supone una inversión ganadora al ser inmune a todo, como apunta Braunstein en ‘La religión woke’, también a amnistiar la corrupción, el terrorismo o incluso la alta traición del procés. A todo. Y el sanchismo político pasará más pronto que tarde, pero no esa sanchidez sociológica irreparablemente tóxica.