La secesión arruinaría a Cataluña durante muchos años

Luis María Anson, EL MUNDO 18/12/12

Si Arturo Mas precipita a Cataluña en los barrancos de la secesión, varias generaciones de catalanes vivirán en la ruina. La clase política, no. La clase política mandaría más, que es lo que quiere, y a costa del bienestar de los ciudadanos, continuaría instalada en sus prebendas, en el 4% de sus trapisonderías y en la irresponsabilidad de una gestión disparatada.

José Luis Feito, presidente del Instituto de Estudios Económicos, demostró hace unos meses, con datos incontrovertibles, que el paro abrumador que nos acollona se debe en parte sustancial a las exigencias excesivas y a la actitud talibán de los sindicatos. Ahora, en un escrito lúcido y documentado, demuestra las consecuencias que para el pueblo catalán acarrearía la pirueta secesionista a la que se ha entregado Aturo Plus. La independencia sometería a Cataluña, según Feito, «a tres shocks económicos, siendo cualquiera de ellos por separado suficiente para tumbar cualquier economía por próspera que fuera. El primero, el shock provocado por la salida de un país con el que se han compartido instituciones y mercados durante cientos de años. El segundo, su salida del área económica y política de la Unión Europea. El tercero, consecuencia del anterior, su salida de la eurozona».

Solo la desviación del comercio y la inversión extranjera situaría el costo de la secesión en el 20% del PIB actual de Cataluña. La situación se agravaría al dejar obligadamente la eurozona. La devaluación y el aumento del IPC rozaría el 50%, entre insoportables tensiones inflacionarias, presiones devaluatorias y constantes fugas de capitales. La financiación del déficit, que le está costando a España un ojo de la cara, cegaría a Cataluña y la dejaría, además, sin respiración, en la frontera del colapso. Si ya ahora nadie quiere suscribir deuda catalana, tras la secesión esa operación se haría casi imposible y la Generalidad no podría ni financiarse ni pagar los intereses y mucho menos el principal de lo que debe ahora. «La rápida e intensa pérdida de ingresos públicos del nuevo Estado -escribe Feito- y sus dificultades de financiación mediante emisiones de deuda llevarían antes o después a crear un Banco Central y una nueva moneda para financiar mediante el impuesto inflacionista a la Cataluña independiente». Y, claro, la clase política tan ricamente en su lugar de descanso, pero los ciudadanos catalanes arruinados, el nivel de vida descoyuntado y la miseria azotando incluso a las clases medias.

Duran Lleida y los dirigentes catalanes más responsables conocen mejor que nadie todo lo que Feito ha desvelado. Por eso, en un artículo especialmente lúcido, Salvador Sostres, que conoce a fondo la realidad de Cataluña, ha escrito: «Y al final, nada». Arturo Mas sometió sin éxito a Rajoy a chantaje para conseguir la dádiva de 40.000 millones de euros y también para paralizar la maquinaria de la Justicia en los casos de corrupción, amenazándole con la tormenta secesionista que podía desencadenar. Lo ha hecho y el monstruo de Frankenstein se le ha escapado de las manos. Pero, como dice Salvador Sostres, a CiU no le quedará otro remedio que replegar las velas tan desordenadamente abiertas al viento por Arturo + y retornar a la moderación y al buen sentido. Ojalá no se equivoque el sagaz escritor.

Luis Maria Anson es miembro de la Real Academia Española.

Luis María Anson, EL MUNDO 18/12/12