ABC 08/09/13
· Unió y consejeros del Gobierno catalán dejan solo a Mas, en el ocaso de su carrera política.
Esta es la secuencia de los hechos: Artur Mas se reúne con el presidente Mariano Rajoy en La Moncloa el 29 de agosto y, una semana después, manifiesta públicamente que si no hay consulta legal, habrá que esperar a las elecciones de 2016. La convulsión en el mundo independentista, donde el líder de CiU es acusado de traidor, es inmediata; su propio partido le desautoriza en las redes sociales y UDC no acude en su auxilio, pues hace meses que se desmarcó de su estrategia soberanista.
La tormenta política ha obligado a Mas a rectificar y asegurar que, «sí o sí», habrá consulta en 2014. Pero la realidad es que a medida que se acerca esa fecha, es más evidente el callejón si salida en que se ha metido el presidente catalán, que tiene que elegir entre satisfacer a sus socios de legislatura, ERC, a los que prometió conducir Cataluña hacia la independencia y/o Estado propio; o mantener unida la federación nacionalista, donde UDC y determinados sectores de CDC no están dispuestos a culminar el desafío de Mas a las leyes y al Gobierno central. Si Mas elige a ERC, la coalición con la formación que lidera Josep Duran Lleida tiene sus días contados; si elige a Unió y el marco legal, los republicanos romperían el pacto de legislatura y volverían a dispararse en las encuestas electorales. Y es que, hasta ahora, la errática gestión soberanista de Mas solo ha servido para alimentar las expectativas de voto de ERC.
Diálogo sí, aventuras no
Frente a esos aspavientos nacionalistas, el Gobierno de Rajoy ha optado por la discreción, convencido de que, para utilizar una expresión popular, el dirigente convergente se estrellaría él solito. Así ha sido. CiU pedía diálogo con el presidente en Moncloa y éste se ha comprometido a ello, pero ni hablar de estrategias rupturistas. Y tiene que ser Artur Mas, precisan fuentes de La Moncloa, «el que tiene que plantear la solución».
Una mejora de la financiación catalana sí entra en las previsiones del Ejecutivo del PP, pero son tan grandes las expectativas que el presidente catalán ha creado, que esa vía ya no es suficiente para los sectores más soberanistas del partido, para ERC y para el sentimentalismo de esos movimientos subvencionados por la Generalitat encargados de movilizar el independentismo en la calle en fechas tan señaladas como la Diada. También de cara a esa festividad ha habido un cambio de actitud del presidente catalán. El año pasado, el líder de CiU hizo varios llamamientos a la manifestación ciudadana e intentó capitalizar el éxito de la manifestación independentista mediante un adelanto electoral. El fiasco fue mayúsculo, pues CiU asistió a un desplome electoral. Este año, en cambio, Mas ha enmudecido y poco o nada ha dicho sobre la Diada y la vía catalana, a las que acudirán los únicos dirigentes de CDC que aún le son fieles, mientras que Unió ha excusado su presencia.
El principio del fin
Hay quien identifica aquella debacle electoral de noviembre de 2012 con el principio del fin de Mas, cuya gestión al frente de la Generalitat también ha fracasado. Incapaz de sacar adelante los presupuestos de 2013, las arcas públicas catalanas sobreviven gracias al dinero que aporta el Estado. El Gobierno catalán no genera empleo, no ha abordado las reformas estructurales prometidas y los recortes se ha cebado en sectores tan sensibles como la sanidad o la educación. Cada vez son más los miembros de su Ejecutivo que, en público o en privado, se desmarcan de su obsesión soberanista.
Pero Mas ya no tiene nada que perder. Él ya avisó de que ésta sería su última legislatura como líder de CiU. Dice que la agotará. Otra cosa es que repita como candidato.
Mas, en castellano, insiste en una consulta legal en 2014
Muy condescendiente con los medios de comunicación catalanes, a los que tildó de «simplistas», y especialmente con los del Madrid, a los que acusó de dar una «visión interesada», Artur Mas pronunció en castellano parte de su discurso ante los cuadros convergentes, reunidos en Bellaterra (Barcelona), «para que se entienda bien».
Esta parte de la intervención estuvo dirigida a reiterar que no hay paso atrás en la transición nacional y que a finales de este año, se acordará la fecha y la pregunta «o preguntas» (precisión que no ha gustado a ERC) de la consulta sobre el estado propio, y poder convocarla en 2014. El líder de CDC expresó su voluntad de respetar el marco legal, pues recordó que hay cinco vías: «Cuatro dependen del Gobierno español y la quinta, es la ley de consultas catalana», dijo. «Pero incluso en este caso —avisó— aunque no interviniera el Estado, podrían intervenir los tribunales, como pasó con el Estatuto». En ese caso, dijo, «debemos tener un recurso si se nos niega la voz y el voto. ¿Qué hacemos si nos dejan huérfanos de legalidad? El último recurso que está a nuestras manos es que las elecciones catalanes, siempre legales y cuyo plazo máximo en 2016, se conviertan en la consulta».
Amplias mayorías
«Os digo lo mismo que he dicho en los últimos tiempos, tanto aquí, como en Madrid o en Bruselas: de aquí a final de año se pactará la fecha de consulta y la pregunta o preguntas a hacer, tal como está acordado (con ERC). No nos hemos movido nada. No hay nada nuevo. Lo repito por enésima vez. Este pacto de finales año se debe hacer con el máximo consenso posible y con las más grandes mayorías parlamentarias. Y eso es trabajo nuestro», arengó Artur Mas a sus militantes convergentes.
ABC 08/09/13