La señorita plebeya

EL MUNDO 17/10/16
F. JIMÉNEZ LOSANTOS

IRENE Montero, cuya relevancia ideológica es, como siempre en los partidos comunistas, directamente proporcional a la cercanía al Líder, ha desempolvado otra vez el concepto plebeyo para definir a Podemos, que sería una fuerza antiparlamentaria dentro del Parlamento, antiinstitucional dentro de las instituciones y absentista del trabajo por el que le pagamos. Conocíamos la costumbre de Iglesias –para ella, simplemente Pablo– de no ir al Parlamento, europeo o español, no hacer apenas mítines y cansarse sin hacer nada, pero Montero nos confía que Pablo tiene un contacto especial, diríase mágico, con esa gente a la que no trata: «El liderazgo de Pablo es algo sin lo cual Podemos es muy difícil de entender» (…) «más que el liderazgo de Pablo, el vínculo que él tiene con las bases». Cuando casi le vemos brillar los ojos, frena su entusiasmo y concede que Podemos va «hacia un modelo de liderazgos colectivos y múltiples voces». O sea, que a los errejonistas los han laminado, pero Rita ha sido alcaldesa un finde.

Las luchas entre favoritas y favoritos de los líderes comunistas tienen una larga tradición, descollando la privanza de Antón con La Pasionaria y su persecución, cuando la dejó por otra y la Ibárruri casi los mata a los dos. En unos años se hará la historia de los líos podemitas y se verá que son tan banales como los de todos y desde siempre. Corrientísimos.

Lo intolerable es que quieran reimplantar el término plebeyo, inseparable del despotismo: «Podemos debe mantener su carácter de fuerza plebeya», dice Montero. Sólo un señorito universitario puede despreciar los siglos de lucha por la igualdad y la libertad, el concepto de ciudadano que abolió el de plebeyo, impuesto, naturalmente, por el noble. En España, el pueblo llano siempre negó la inferioridad de los pobres, por ser criaturas «a imagen y semejanza de Dios». El castizo «nadie es más que nadie» alimenta la envidia del pobre de espíritu, pero la gente de corazón noble y alma rica hizo suya esa epopeya moral de la igualdad titulada Fuenteovejuna. Es la raíz de la Constitución de Cádiz y de la soberanía popular como fuente de legitimidad política.

Los podemitas, cipayos de la casta feudal separatista para liquidar la soberanía nacional española, se dicen plebeyos para aplebeyarnos y dominarnos. Jamás, jamás, jamás.