Rubén Amón, EL MUNDO, 14/7/11
ETA replantea la oportunidad de la paz. La replantea porque ya la había planteado antes en los cementerios. La paz de los sepulcros, diría el marqués de Poza en un pasaje del Don Carlos de Schiller al que Verdi añadió una música sombría.
La diferencia consiste ahora en que ETA concede a la democracia una oportunidad incruenta, aunque no se ha rendido ni ha depuesto las armas. De hecho, la dinamita, las pistolas y el historial homicida forman parte del trasfondo intimidatorio con que los terroristas reclaman un proceso político a su medida.
Tienen razones extraordinarias para hacerlo porque los aliados de Bildu –así lo declaró el Supremo– ocupan la Alcaldía de San Sebastián, la Diputación de Guipúzcoa y un centenar de municipios. Es decir, que el contexto propicio de la normalización, versión castellana de la omertà mafiosa siciliana, permite a ETA salir de la caverna e imponer condiciones. Empezando por el mensaje obsceno de la impunidad.
La izquierda abertzale se distancia cínica y formalmente de los terroristas, pero no sucede al revés porque está en juego un embarazoso agravio comparativo. Sicarios, presidiarios y dinamiteros exigen que se le reconozca su papel heroico en el relato secesionista y la correspondiente inmunidad, entre otras razones porque sus compadres viajan en coche oficial, cobran dietas e inauguran exposiciones.
En efecto, la normalización quiere decir que el alcalde de San Sebastián puede desplazarse sin escolta ni vehículo robado. La normalización transforma el impuesto revolucionario en nóminas. La normalización convierte al proetarra Josetxo Ibazeta en Pepito Grillo. Y al terrorista en represaliado. Y la paloma en serpiente de la paz.
El escarnio resultante estriba en que las ambiciones de ETA y la pujanza proporcional de Bildu –o al revés– no provienen de una estrategia ni de una energía propias, sino de las condiciones que le han puesto delante la sentencia del Constitucional, la ambigüedad del PNV y la negligencia del Gobierno, cuyo presidente todavía aspira a convertir un acuerdo de paz en el factor sorpresa, deus ex machina, de las elecciones legislativas. Ha elegido Gara la banda terrorista. El diario donde hizo carrera el presidente de la Diputación de Guipúzcoa con sus noticias bomba. Se llama Martín Garitano y lleva puesto en la solapa el número de preso de Otegi. Que es el número de la lotería.
Rubén Amón, EL MUNDO, 14/7/11