Tonia Etxarri-El Correo
Decía la Moncloa, la semana pasada, que ya habrá oportunidad para pedir responsabilidades por la pésima gestión de las inundaciones en Valencia. Pero los socialistas ya han cambiado de registro. Una vez que la manifestación del pasado día 9 dejara la idea fijada del clamor ciudadano exigiendo la dimisión del presidente Mazón y que Pedro Sánchez, días después, hubiera aparecido con la billetera de la compensación y las subvenciones (tal como contempla la ley del sistema nacional de Protección Civil), de repente ha asomado Diana Morant, secretaria general de los socialistas valencianos y, sin embargo, ministra, para emplazar al PP a que sustituya al presidente valenciano. No le interesa abrir el debate sobre la inviable moción de censura, planteada por Compromís. No solo porque no tendría apoyos suficientes, sino porque esa polémica comportaría desviar el foco hacia la inacción inicial de Pedro Sánchez. Queda para la memoria colectiva que tampoco el jefe del Ejecutivo cumplió con su deber. Porque el presidente del Gobierno se inhibió a pesar de que pudo actuar aplicando la Ley de Seguridad Nacional. No lo hizo. Por eso, a pesar del apoyo de la mayoría de sus socios, ha quedado el poso de las responsabilidades compartidas. Del lado del Gobierno, no sólo su presidente, sino la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que deberá comparecer en el Congreso mañana miércoles para rendir cuentas de sus fallos. Condición imprescindible impuesta por el PP para que fluya con cierta normalidad el proceso de elección como una de las comisarias europeas.
De ahí la sobreexposición de segundo turno de Diana Morant, que no tiene escaño en las Cortes valencianas. Por lo tanto, su promoción para un futuro electoral tiene que fomentarlo a través de los medios. Ayer reclamaba la factura de la comida de Mazón el día del desastre. No por el importe, sino porque no se cree nada de lo que diga el presidente valenciano. Si insiste en pedir que el PP destituya al líder autonómico no es para sustituirlo en unas improbables elecciones autonómicas sino para agudizar su desgaste. Los socialistas saben que Feijóo no se puede permitir destituirlo. Hoy por hoy. Pero esa reclamación sostenida fija los titulares cotidianos. Como una gota malaya. Una y otra vez.
En tiempos de reconstrucción, mejor que siga Mazón como chivo expiatorio para señalarlo como el peor (y único) gestor de la tragedia valenciana, centrado ahora en la remodelación de su equipo. Lo que necesita la Moncloa es que la carga de la prueba se desvíe hacia los responsables valencianos. Por eso, Aitor Esteban, desde el PNV, no defraudó ayer al salir en ayuda de Sánchez. «¿Quién tiene la responsabilidad directa en Valencia?», se preguntaba en una entrevista en Euskadi Irratia, para responderse a sí mismo: «Su presidente». Y seguir añadiendo: «No puede decir que el otro (así se refiere a Pedro Sánchez) también lo podía haber hecho porque tiene más mando que él». No hay más preguntas, señoría. Qué suerte tiene este presidente de Gobierno con sus socios nacionalistas vascos. Y con el CIS, claro.