Cataluña, Baleares, la Comunidad Valenciana y Madrid arrojan el mayor déficit fiscal. ¿Qué quiere decir esto? En realidad, nada. Los impuestos en España constituyen una obligación personal, no territorial. Pagan impuestos los ciudadanos, no las comunidades. Si las citadas pagan más que otras es porque en ellas hay más ricos. Así de simple.
Ya tenemos balanzas fiscales. El secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos, Carlos Ocaña, las presentó con mucha cautela, destacando que su elaboración responde a «un ejercicio de transparencia del Gobierno», cuña obligada en un cargo público, pero que no describe con mucho rigor esta cuestión. Difícilmente puede imponerse la transparencia con un cristal traslúcido. Solbes no era un partidario muy entusiasta de dar a conocer la posición de cada autonomía con respecto a las demás y a la Administración central: cuánto paga en impuestos y cuánto recibe a cambio. Pensaba, con razón, que su publicación no aporta nada, ya que los datos son muy complejos y no permiten extraer conclusiones relevantes.
Tampoco era muy partidario el consejero de Economía y Hacienda de Madrid, Carlos Beteta, que consideraba su publicación como «estéril e inoportuna». Pero el presidente del Gobierno había prometido hacer públicas las balanzas fiscales, un capricho de sus socios nacionalistas, entre los que José Montilla ocupa un lugar muy destacado. Al final, hemos tenido balanzas fiscales que desde ayer mismo empezaron a convertirse en un elemento fundamental para el agit-prop de los nacionalistas en la negociación de sus respectivas financiaciones.
Cataluña, Baleares, la Comunidad Valenciana y Madrid -dos autonomías encabezadas por socialistas, ambas en coalición, y otras dos por el PP, que gobierna en solitario- son las comunidades con mayor déficit fiscal. ¿Qué quiere decir esto? En realidad, nada. Los impuestos en España, y en toda tierra de garbanzos, constituyen una obligación personal, no territorial. Pagan impuestos los ciudadanos, no las comunidades autónomas. Los perceptores de rentas altas en Cataluña, Madrid o Extremadura pagan impuestos de los que se benefician, mediante el gasto público, los que menos ingresos perciben. En Cataluña, Madrid o Extremadura. O en Asturias, Melilla o Canarias. Si Madrid, Baleares, Cataluña y la Comunidad Valenciana pagan más que en el resto de las citadas, es porque en aquellas comunidades hay más ricos que en éstas. Así de simple.
Aceptar la lógica que los nacionalistas pretenden extraer de este pozo seco supondría negar el Estado del Bienestar. Si negamos el carácter progresivo de los impuestos con el criterio de la territorialidad, no hay ninguna razón para no hacerlo con criterios aún más selectivos. Madrid es la comunidad que más paga, pero, aún dentro de Madrid, ¿por qué han de pagar tantos impuestos los vecinos de La Moraleja, El Viso o el barrio de Salamanca para costear una sanidad pública y una enseñanza que ellos no usan mayormente? ¿Por qué van a pagar los profesionales bien remunerados o los rentistas tanto «expolio fiscal», como ha dicho el portavoz económico de CiU en el Congreso?
El pasado 21 de mayo, durante una cena a la que Zapatero invitó a los presidentes autonómicos socialistas para tratar el espinoso asunto de la financiación, el honorable José Montilla dejó clavada a la concurrencia con una sentencia lapidaria: «Defiendo la solidaridad, pero no es razonable que los que dan más reciban menos…».
Los socialistas catalanes no entienden que ésa es precisamente la gracia del asunto. El mundo al revés: el lobito bueno y los liberales de Esperanza Aguirre defienden un concepto de la solidaridad que se les queda ajeno a los piratas honrados del socialismo español. Impresionante, este Montilla. Mira que haber llegado a los 53 años de su vida para descubrir que la solidaridad era esto. Y que el búlgaro era un idioma.
Santiago González, EL MUNDO, 16/7/2008