Miquel Giménez-Vozpópuli

Los resultados del pasado domingo son ejemplo de la paradoja que vivimos en España: parece que la gente esté en contra de la izquierda cavernícola pero luego, cuando de cambiarla se trata, no salen las cuentas. Y sí, Sánchez sabía que convocar elecciones un veintitrés de julio era una manera como cualquier otra para desmotivar al personal – aunque la participación llegara al 70,8%, casi cuatro puntos más que en las últimas generales -, sabía que el voto por correo podía darle pereza a más de uno, sabía que… Pero ya lo ven, la gente acudió a las urnas, no hubo problemas con los votos por correo, la votación transcurrió sin incidencias, gracias a Dios, y hete aquí que Feijoó aun obteniendo el magnífico resultado de 136 escaños se ha quedado lejos de la mayoría absoluta que algunos auguraban y tampoco suma con Vox, que se ha dado un leñazo morrocotudo quedándose con 33 diputados.

Pero lo sustancial es que a pesar de lo visto y sufrido esta legislatura, de los aspavientos de Irene Montero y su terrible ley del ponga usted a un violador en la calle, de los confinamientos ilegales, del nepotismo gubernamental, del secretismo oficial alrededor de todo lo que Sánchez creía que podía comprometerle, de no saber que tejemanejes se lleva con Marruecos, de que los fondos de la UE no hayan sido repartidos, de los grupos de asesores científicos que jamás existieron, de Tito Berni, las maletas de Delcy, el asalto a la judicatura con Pumpido o Lola, el indulto a los lazis, los apoyos bilduetarras, a pesar de la deuda que se ha disparado, de obligar a Don Juan Carlos a marcharse de España manteniendo a su hijo como un jarrón chino y poco más, de las más de veinte subidas de impuestos en cuatro años, de la espantá de Iglesias, del gobierno por decreto ley y la celebración de un solo debate del estado de la nación con lo que conlleva de menosprecio al Parlamento, después de todo eso, Sánchez obtiene 122 diputados. A más de siete millones de españoles lo anteriormente dicho les trae sin cuidado.

No les inquieta que si Sánchez consigue armar otro Mecano diabólico y que pueda conceder sendos referéndums de autodeterminación a separatistas vascos y catalanes

No les inquieta que si Sánchez consigue armar otro Mecano diabólico y que pueda conceder sendos referéndums de autodeterminación a separatistas vascos y catalanes. Les da lo mismo que la economía siga en manos de orates que hablan de fijos discontinuos para maquillar las cifras de parados o nieguen los peajes que habrá que pagar.

¿Han comprado la propaganda sanchista? Sin duda, porque ni siquiera el PSOE tiene a tanto enchufado que le vote para mantener su gabela. ¿Y por qué lo hacen? Muy simple: el sanchismo ha construido un edificio altísimo hecho a base de consignas falaces, de mentiras con muy mala leche, sostenido todo ello con sólidas vigas que tocan la fibra, que no el cerebro, del individuo medio: PP y VOX son fascismo, si ganan recortarán pensiones y subsidios, arrebatarán derechos y libertades, la ecología española irá a peor, las autonomías se verán destruidas, volverá la censura, la persecución del disidente, el odio, el machismo, la homofobia, el nacional catolicismo y, si me apuran, el Tribunal de Represión contra el Comunismo y la Masonería. No hay ni uno de esos “argumentos”, por llamarlos de alguna forma, que se sostenga en un debate sosegado. Pero la campaña no iba de eso. Iba de meter miedo a la gente mientras PP y VOX andaban cada uno por su lado y el electorado sin barrer. Feijoó abominando de Abascal más que si fuese socialista y Abascal poniendo cual no digan dueñas a Feijoó.

Si Feijoó consigue formar gobierno, arderá España; si lo hace Sánchez, el que arderá será Feijoó. Que Dios nos coja confesados

Por eso la sombra del sanchismo será alargada y durará mucho, mucho tiempo en España. En primer lugar, porque creo, lo digo con tristeza, que esto no tiene remedio; en segundo, porque lo que tiene enfrente es el ejército de Pancho Villa. Otro sí digo: si Feijoó consigue formar gobierno, arderá España; si lo hace Sánchez, el que arderá será Feijoó. Que Dios nos coja confesados.