Vicente Vallés-LA RAZÓN
- Este lunes empieza una semana que puede ser determinante después de días de calentura general
El presidente ha conseguido llegar a este lunes sin apenas hacer mención en público al asunto que tiene a su gobierno en el momento más delicado de lo que llevamos de legislatura. La estrategia diseñada en los despachos de Moncloa consiste, hasta el momento, en quemar en esta hoguera a otros miembros del gabinete, como el ministro de la Presidencia o la ministra de Defensa, mientras el presidente se refugia del temporal en la confianza de que amaine.
La tesis imperante en las cercanías del poder es que conviene ganar tiempo dejando que pasen los días, y fiarlo todo a que la marejada se relaje y sus socios estén más dispuestos a aceptar un cambalache que les permita –a los unos y a los otros– sostener el statu quo reinante: gobierno de coalición PSOE-Podemos, con el soporte parlamentario de partidos nacionalistas, independentistas y de extrema izquierda.
En política, cuantos más partidos participan en un pacto, más frágil suele resultar. Si ya es común que haya problemas internos en un partido, las relaciones entre distintas fuerzas políticas tienden siempre a la tensión. Es lo natural, y con eso ya contaba Pedro Sánchez, que ha forjado su carrera hacia la presidencia, y en la presidencia, peregrinando de crisis en crisis. La que ha surgido con el caso del espionaje es una más, quizá con un grado de gravedad por encima de la media, pero una más. Nadie en Moncloa se habrá sorprendido, porque el día en el que Sánchez firmó el acuerdo de coalición y aceptó ser presidente gracias a determinadas fuerzas políticas, asumió también que su mandato no sería un agradable paseo por el campo en una mañana de primavera. Y no lo es. La duda es si situaciones como la actual son superables y, en su caso, cuántas. Porque no es la primera vez que las tensiones se desatan, y llegarán más si la legislatura se alarga.
Este lunes empieza una semana que puede ser determinante después de días de calentura general, y con la vista puesta en las elecciones andaluzas, que pueden darnos una pista de si estamos o no en un cambio de ciclo.