La tarima

ABC 16/03/17
IGNACIO CAMACHO

· Susana Díaz proyecta instalar en San Telmo la jefatura de la oposición. Sólo que antes tiene que ganar las primarias

ASusana Díaz le falta un pequeño trámite para organizar su sucesión en Andalucía, y es el de ganar las primarias. Si lo logra, asunto que no está del todo claro o al menos está más oscuro que antes de que Pedro Sánchez le madrugase la iniciativa, activará su relevo en el partido regional antes del verano. Sus colaboradores aseguran que ese siempre difícil mecanismo testamentario –cuando dices que te vas es que te has ido– ha sido la causa del retraso en la candidatura y que ya lo tiene diseñado. De la Junta no se piensa mover hasta que suenen tambores de elecciones generales. Y ello por una razón: porque proyecta instalar en el Palacio de San Telmo la sede de la jefatura de la oposición a Rajoy.

Esto ya lo hizo Chaves con bastante éxito cuando Aznar desalojó al felipismo. Convirtió la autonomía andaluza, entonces como ahora la institución de más rango que controlaba el PSOE, en un bastión de resistencia contra el Gobierno nacional desde el que sacó notable provecho de una variante del victimismo nacionalista: el PP castigaba a los andaluces porque votaban a la izquierda. Díaz guarda ese manual en un cajón de la Presidencia. Si alcanza el liderazgo socialista necesitará una tarima desde la que dejarse ver y oír, una plataforma con recursos clientelares y una televisión de cabecera. Puede hacerse nombrar, como Sánchez, senadora autonómica, pero la Junta le garantiza además un aparato de poder material y una sensible cuota de influencia. El espejo de Cospedal y su acumulación de cargos constituye un blindaje frente a cualquier crítica externa.

La operación de asalto a Ferraz tiene el riesgo de volver como perdedora. Si es ante Patxi López no entrañaría mayores dificultades porque ambos pueden acomodarse sin demasiados roces en un relativo equilibrio de fuerzas. Le dejaría, eso sí, con la autoridad cuestionada entre los suyos, las ambiciones muy mermadas, el prestigio hundido y en clara posición subalterna. Sin embargo, una derrota a manos de Sánchez se convertiría en un problemón porque ya han roto toda posibilidad de avenencia. El retorno del ex secretario general, reforzado y dispuesto con plena seguridad a promover su propia alternativa en Andalucía, supondría una auténtica declaración de guerra.

El susanismo no la contempla. Calcula una victoria más apretada de lo que le gustaría a su lideresa, un plazo de recomposición no demasiado largo y unas elecciones generales en 2018, forzadas mediante el rechazo de los presupuestos para que la candidata no aguante mucho tiempo haciendo oposición desde fuera. Sólo que antes tiene que ganar las primarias, y esa competición no va a ser precisamente una fiesta sino una guerra civil que dejará desgarros y secuelas. Quedan unos meses cruciales porque si vuelve Sánchez no va a ser sólo Díaz, ni siquiera el estable régimen andaluz, sino el país entero el que puede irse a hacer puñetas.