Antonio Papell, EL CORREO, 16/6/11
Todo esto ya no tiene sentido, las leyes vigentes han de ser cumplidas sin excepciones y no es por tanto razonable que prospere un día más esta difusa sensación de impunidad que se ha extendido en torno a los movilizados
Los ‘indignados’ de Barcelona protestan frente a la Policía. / Reuters
El movimiento del 15-M fue una válvula de escape de la tensión represada en el cuerpo social a causa del insoportable comportamiento del desempleo y la falta de expectativas de los parados en general y de los jóvenes en particular. Y en las primeras fases, aquellas concentraciones fueron pacíficas y sensatas en grado extremo, lo que atrajo a los ‘indignados’ las simpatías de muchos sectores sociales. A la vista de ello, los responsables del poder político se comportaron con benevolencia, y el pasado domingo cesó espontáneamente la ocupación de la Puerta del Sol, con lo que se ponía fin a la más embarazosa de las concentraciones sin que hubiese sido necesario intervenir.
Sin embargo, la dispersión de los ciudadanos airados, un conglomerado cada vez más heterogéneo con muchos colectivos superpuestos al inicial movimiento de orígenes universitarios “Democracia Real Ya”, está originando focos de tensión que empiezan a ser inadmisibles. Esta mañana, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha tenido que acudir al Parlamento de Cataluña en helicóptero para sortear el cerco que muchos cientos de manifestantes habían formado en torno de la cámara autonómica con el objetivo de impedir la aprobación del presupuesto de Cataluña para el ejercicio en curso. Y en Madrid, también hoy, unos quinientos manifestantes pertenecientes a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, auxiliados por miembros de Democracia Real Ya, han impedido el desahucio de una familia de inmigrantes en un barrio de la capital, tras expulsar de la concentración a Cayo Lara quien, ingenuamente, intentaba capitalizar la algarada.
Grupos de incontrolados maltrataron anteanoche a Ruiz Gallardón a la puerta de su casa y ante su familia, y hay diversos anuncios de movilizaciones ante el Congreso de los Diputados para exigir variaciones en el proceso legislativo… En concreto, el 15-M trataría de frustrar la reforma de la negociación colectiva…
Todo esto ya no tiene sentido, las leyes vigentes han de ser cumplidas sin excepciones y no es por tanto razonable que prospere un día más esta difusa sensación de impunidad que se ha extendido en torno a los movilizados, que deben aprender a conciliar la indudable libertad de expresión y de manifestación que la Constitución les concede con las reglas de convivencia que nos hemos dado y que marcan límites a la libertad personal en defensa de la libertad ajena y de la propiedad común del espacio público.
Como se sabe, el ministro del Interior, Rubalcaba, concilia el cargo con su pretensión de convertirse en candidato a la presidencia del Gobierno, una duplicidad que sugiere que quizá no sea la persona adecuada para ejercer cierta inflexibilidad que en este momento puede resultar inevitable. Quizá, en definitiva, estos sucesos precipiten la conveniencia de que el relevo de Rubalcaba en Interior se produzca cuanto antes para que el Gobierno gestione sin ataduras esta ardua cuestión.
Antonio Papell, EL CORREO, 16/6/11