Ignacio Camacho-ABC

  • El gran desafío de la alternancia será la regeneración ética para devolver a la nación la confianza en el sistema

Aznar, que está empezando la promoción de un libro nuevo, sostiene en él que el relevo en el poder no debería desembocar en un sanchismo inverso. Es decir, en que un futuro y por supuesto hipotético triunfo de la (o las) derechas acabe practicando las mismas políticas cismáticas y unilaterales del actual Gobierno. El expresidente hace esta reflexión para apostar, como es lógico, por un gabinete monocolor del PP, con un proyecto propio que evite reproducir esta asfixiante dinámica de enfrentamiento y recupere los ahora clausurados espacios de encuentro. Y aunque como no podía ser de otro modo admite la legitimidad de un pacto con Vox, duda de sus efectos en una sociedad necesitada de volver a la concordia civil y cerrar las zanjas de desacuerdo que Sánchez ha abierto.

El problema es, por un lado, que una parte de la derecha sociológica reclama esa revancha, y por el otro que el propio sanchismo se ha encargado de facilitarla. Nada impediría que un Ejecutivo de Feijóo, apoyado por Abascal desde dentro o desde fuera, se saltase las reglas escritas y no escritas que la coalición del PSOE y Podemos ha relegado por las bravas. Para empezar, sería perfectamente posible que las dos fuerzas conservadoras formasen mayoría parlamentaria sin que ninguna de ellas fuera la más votada. A ver con qué argumentos se opondrían a ello quienes ya han forjado una alianza con los golpistas catalanes y los legatarios etarras.

Pero podrían ir mucho más lejos. Podrían nombrar fiscal general a un exministro y sostenerlo en el cargo aunque resultara procesado. Podrían colonizar los organismos independientes y las comisiones reguladoras desembarcando en ellas brigadas de disciplinados pretorianos. Podrían eludir el control del Congreso a base de decretazos. Podrían tomar la televisión pública al asalto, mediatizar los telediarios y colocar a ‘influencers’ radicales como tertulianos. Podrían indultar a los condenados de la Gürtel desoyendo el criterio del CGPJ y del Consejo de Estado. Podrían derogar o aprobar leyes para favorecerse a sí mismos y, por descontado, presentar los Presupuestos fuera de plazo o prorrogarlos año tras año.

Eso sería un sanchismo al revés: media España gobernando contra la otra media. Una tentación comprensible después de dos mandatos sustentados en una confrontación de trincheras. Sin embargo, por ese camino no habría manera de restaurar una atmósfera respirable en términos de convivencia. La única hoja de ruta para lograrlo es la de regresar a la Constitución, ajustarse a su espíritu y obedecer su letra. Urdir de nuevo un consenso social –el político es imposible mientras la socialdemocracia no se refunde entera–en defensa de la regeneración ética, del principio de legalidad y de unas instituciones a punto de quiebra. Y ése es el desafío de la alternativa liberal: reagrupar a la nación en torno a la confianza en el sistema.