A ETA seguramente no le va a gustar que Batasuna haya repartido las culpas del bloqueo entre el Gobierno y la banda, pero ese ejercicio de equidistancia no satisface las expectativas de la mayoría de los ciudadanos para los que el papel de Pamplona de ayer será otra oportunidad perdida.
A los dirigentes de Batasuna les habrá parecido un paso histórico la declaración presentada ayer en Pamplona en la que le decían a ETA que tienen que responder a la petición formulada por una serie de personalidades en Bruselas. ¡Con lo fácil que sería decirle a ETA que tienen que dejar las armas, sin perífrasis, para que la banda supiera que es a Batasuna a quien tiene que dar una respuesta y no a Brian Currin!
Sucede que ETA ya dio respuesta a la declaración de Bruselas en el comunicado del Aberri Eguna. Una respuesta negativa porque rechazó la petición de tregua que le habían hecho los firmantes del texto preparado por Currin. Batasuna dijo entonces que le parecía positiva la respuesta, pero no debía ser verdad visto que ayer en Pamplona volvieron a pedirle a la banda que se pronunciara.
El documento de Batasuna demuestra la incomodidad de este partido con la continuidad de la actividad de ETA porque ésta dificulta la vuelta a la legalidad y los pactos políticos a los que aspiran los líderes del partido ilegal. Pero demuestra también la timidez de esos líderes para decírselo a ETA con claridad. Escribir otra vez que abogan por la actividad «exclusivamente política» está bien pero lo tienen que demostrar con hechos. Eso mismo lo firmó Otegi en mayo de 1999 y los hechos no han acompañado mucho.
Batasuna defiende en la declaración de Pamplona la vuelta al fracasado modelo de negociación de Anoeta, el de las dos mesas, ETA-Gobierno, por un lado, y los partidos, por otro. Ahí coinciden con ETA que, en el comunicado que fechó el 31 de diciembre pero dio a conocer a mediados de enero, ratificaba su apoyo al modelo de Anoeta. Aquel esquema fracasó no sólo porque la banda dinamitó la tregua, sino porque, al final, la burra de la negociación volvió al trigal de siempre: un diálogo ETA-Gobierno con los dirigentes de Batasuna puestos en primer tiempo de saludo esperando las órdenes de los jefes etarras. ETA no respetó su propio esquema y eso lo reconocen los propios miembros de la organización en sus papeles. «El evitar ese esquema [el de Anoeta] ha sido uno de los mayores fallos estratégicos que se ha producido», escribía un miembro de la banda.
El fracaso de la negociación modelo Anoeta ha sido asumido por la mayoría de las fuerzas políticas vascas que ahora reclaman el abandono de las armas sin condiciones como primer paso para solucionar el problema de ETA. Batasuna intenta volver a un esquema en el que ya nadie cree pensando, quizás, que puede suplantar a ETA en el protagonismo de la negociación y que los ‘principios Mitchell’ pueden sustituir la falta de voluntad de la banda para dejar las armas.
A ETA seguramente no le va a gustar que Batasuna haya repartido las culpas del bloqueo entre el Gobierno y la banda, pero ese ejercicio de equidistancia no satisface las expectativas de la mayoría de los ciudadanos para los que el papel de Pamplona de ayer será otra oportunidad perdida.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 25/4/2010