El ‘conseller’ Puig ordenó usar la fuerza al impedirse la retirada de «objetos peligrosos» y la limpieza de la zona. Después de que 84 acampados y 37 agentes fueran heridos, se dejó a los concentrados que volvieran a la plaza. Los sindicatos de la Policía critican que el dispositivo quedó «desbordado» al no hacerse de madrugada.
Las acampadas de protesta nacidas al amparo del Movimiento 15-M se reactivaron ayer en numerosas capitales de España. Una torpe actuación de los Mossos d’Esquadra en la Plaza Cataluña de Barcelona, con la excusa de limpiar la zona y retirar «objetos peligrosos» ante una posible celebración, esta noche, de los seguidores del F.C. Barcelona, terminó en una auténtica batalla con 84 acampados y 37 agentes heridos. Miles de personas volvieron ayer a las calles para solidarizarse con los indignados de Barcelona y avisar de que las protestas se prolongarán en el tiempo.
«El dispositivo policial se ha realizado siguiendo mis instrucciones», dijo después con contundencia el conseller de Interior, el convergente Felip Puig, asumiendo toda la responsabilidad de la actuación de los Mossos. Los policías se vieron «desbordados», aseguró el conseller, e hicieron repetidas cargas.
Fue a las 7.00 horas cuando comenzaron a aparecer furgones de los Mossos d’Esquadra y la Guardia Urbana junto a la plaza de Cataluña, en un dispositivo formado por un total de 450 efectivos policiales. Una vez allí, los agentes dijeron a los 400 acampados que pasaban la noche al raso que salieran para que se pudieran retirar todos los objetos de la acampada y que luego podían volver. Unos 150 acampados acataron la orden y se marcharon, pero otros 300 se negaron y se mantuvieron sentados en la plaza.
Se habían presentado 35 camiones de los servicios de limpieza, que durante siete horas retiraron hasta 500 metros cúbicos de material de campamento, entre mesas, sillas, carpas, una cocina entera, una biblioteca, el huerto urbano y, la clave: bombonas de butano y gas, generadores eléctricos y otra clase de material que podría ser un peligro esta noche, en caso de que el Barça gane la final de la Champions. «No quiero imaginarme qué pasaría si cayera una bengala sobre una de las bombonas de butano», argumentó Puig.
Durante las primeras horas de la limpieza, los ánimos de los manifestantes estaban muy calmados y todos insistían en lo que ha sido su tónica hasta ahora: una resistencia pacífica. Por ese motivo, optaron por dividirse en grupos y hacer una sentada masiva en todos los accesos a la plaza, con lo que bloqueaban la entrada y salida de los camiones de residuos, encargados de llevarse todas sus cosas.
Esto llevó a los agentes a pedir a los concentrados que se movieran, algo que los indignados rechazaron en bloque, por lo que los antidisturbios les fueron sacando del suelo arrastrándolos o con golpes de porra.
Con el paso de las horas, la situación se fue volviendo cada vez más tensa, con enfrentamientos y cargas puntuales. Al mismo tiempo, los acampados pedían apoyo desde las redes sociales y solicitaban la llegada de más gente en la plaza para hacer más presión. Y lo consiguieron, ya que, de los 400 que pasaban la noche se pasó, casi automáticamente, a 3.000 personas que se concentraron al mediodía, según datos de la Guardia Urbana. Era una enorme multitud enfadada e indignada muy difícil de contener y, evidentemente, muy superior en número a los policías. Esto propició nuevas cargas selectivas y el repliegue final de mossos y guardias urbanos, entre gritos, abucheos, persecuciones y lanzamiento de botellas y piedras.
A las 14.00 horas, cuando todo terminó, la plaza quedó limpia de tiendas, carpas y cocinas y el balance era de 121 heridos -84 acampados y 37 policías- y un solo detenido, que quedó en libertad.
Se lanzaron 236 salvas de fogueo, seis disparos con bolas de espuma y otros 12 de proyectiles de goma.
El balance del conseller habla de los delitos de altercados, resistencia a la autoridad, atentado, desórdenes públicos, lesiones y daños. Puig anunció que ahora se trata «de revisar todo el material grabado», para ver si se puede identificar a más personas implicadas en los hechos y detenerlas en los próximos días. No obstante, esto es algo que no suele suceder.
Las imágenes de la carga de los Mossos que fueron trascendiendo ayer, algunas de ellas durísimas, llevaron a Puig a anunciar que abrirá una investigación interna para saber si toda la actuación policial fue correcta, aunque él dijo que volvería a hacer lo que hizo. No obstante, sí se mostró abierto a cuestionar algunas de las decisiones tomadas, como si la hora de intervenir, las 7.00 horas, fue la apropiada o si el dispositivo era el correcto.
Puig dijo que la opinión pública quizá hubiera entendido peor que se entrara en la plaza a las 3.00 horas de la madrugada. ¿Qué pasará si hoy por la mañana los acampados montan de nuevo toda su infraestructura -al salir la policía ya comenzaron a hacerlo, retomando las tiendas y las carpas- y vuelven a aparecer nuevas bombonas de butano en la plaza? A este respecto, Puig, más esquivo, terminó confesando que «descartaba» una nueva intervención. Aunque es cierto que todo depende de las circunstancias.
Sobre el trabajo policial, el consejero dijo que fue «correcto» y que pensó que «habría una reacción pacífica» por parte de los manifestantes. «No puede instalarse un cámping en la plaza de Cataluña», dijo. Y añadió que una parte de los concentrados «no era pacífica», porque, desde el principio, antes de desatarse la batalla campal, «estaban cerrando el paso [a los camiones] reiteradamente».
Si Puig dijo que su voluntad no era conseguir un desalojo, eso fue lo que finalmente consiguió. A las 20.00 horas, unas 12.000 personas se indignaban por la intervención policial en la misma plaza. Fue todo un balón de oxígeno para este movimiento, que, en el caso de Barcelona, había visto disminuir su asistencia de las 6.000 personas de antes de las elecciones a las 3.000 que había, de media, esta semana. Por tanto, ayer consiguieron revivir el movimiento, cuadruplicando la presencia ciudadana.
Mientras volvían a recomponer su campamento, las redes sociales ardían, y en la página web del movimiento se hacía una recogida de firmas para pedir la dimisión del consejero. A las 19.00 horas, aseguraban llevar 32.000. El conseller dijo simplemente que «entendía» que hubiera personas que discreparan de sus decisiones.
Los sindicatos de los Mossos d’Esquadra UGT y CCOO, por su parte, denunciaron que el dispositivo policial para limpiar la plaza se vio «absolutamente desbordado», y cuestionaron la decisión «suicida» de que se empezara a actuar a las 7.00 horas y no de madrugada, como se hace, por ejemplo, en el desalojo de casas okupas.
Por su parte, el portavoz del Sindicato de Policías de Cataluña (SPC), David Miquel, afirmó que las cargas policiales se habrían evitado si los acampados hubieran aceptado la propuesta de los Mossos de permitir que entraran las brigadas de limpieza. Aclaró que, al no tratarse de un desalojo, sino de una actuación que pretendía ser consensuada con los indignados, es normal que se hubiera empezado el dispositivo por la mañana y no de madrugada.
EL MUNDO, 28/5/2011