Gorka Maneiro-Vozpópuli

Cambian el modelo de Estado por la puerta de atrás para que Illa sea presidente de una comunidad autónoma, proceder que solo tiene un nombre: corrupción política

El PSOE acaba de firmarle a ERC la soberanía fiscal para Cataluña, la penúltima línea roja que nunca se traspasaría y que ya ha sido traspasada: la última traición del PSOE, a la espera, como siempre, de lo que decidan las bases nacionalistas. Antes fueron los indultos a los líderes del procés que intentaron, a través de un golpe de Estado, constituirse en Estado independiente y extranjerizar a millones de españoles; luego la rebaja del delito de malversación y la supresión del de sedición para contentar a los delincuentes. A continuación la concesión de la amnistía a los cabecillas separatistas para que invistieran a Sánchez, quien había descartado antes de las elecciones generales conceder la medida de gracia por considerarla inconstitucional, inmoral e injusta. Pero Sánchez es un sujeto sin límites éticos y tiene a su disposición a subordinados dóciles rendidos a su líder, cargos públicos silentes, afiliados cobardes que guardan silencio y un partido político, el PSOE, convertido en el principal enemigo de España.

No solo fueron las medidas concretas, sino la asunción y la legitimación del relato independentista en relación a los actos delictivos del procés, la falsa infrafinanciación de Cataluña, la supuesta judicialización de la política y hasta la propia idea de España, representada en el ideario nacionalista como proyecto ilegítimo e incluso antidemocrático; todo ello asumido por el coro socialista y voces afines. Y si todo ello no fuera suficiente, la amenaza a los jueces independientes y a los medios de comunicación críticos con los desvaríos del peor Gobierno de la democracia.

Aunque no se señale cómo se calculará el cupo catalán, tenemos la experiencia vasca y navarra: a través de una negociación política convertida en un mercado persa

Ahora, la concesión a Cataluña de un Concierto Económico para que asuma todos los impuestos y se convierta en un Estado fiscalmente independiente, «el bulo vendido por la prensa de extrema derecha» que María Jesús Montero, ese meme hecho vicepresidenta, denunció hace tres semanas y que hoy es una verdad tan cierta como sabíamos. ERC y PSC pactan la salida de Cataluña del sistema ordinario de financiación autonómica para que los que quieren salirse de España hagan president a Illa, ese engendro nacionalista de la peor calaña. Así, la Generalitat regulará, recaudará e ingresará todos los impuestos de titularidad estatal como si fuera un Estado independiente; a cambio ingresará un cupo tipo el vasco o el navarro para abonar los servicios prestados por el Estado en esa comunidad autónoma. Ellos se quedan con los impuestos y nosotros les pagamos las deudas.

Aunque no se señale cómo se calculará el cupo catalán, tenemos la experiencia vasca y navarra: a través de una negociación política convertida en un mercado persa. O sea, más privilegios para los más ricos por ser nacionalistas. Cupo solidario, nos dice el oficialismo progre, otra falacia. Nadie se compromete a regular y recaudar los impuestos para quedarse como estaba sino para ingresar más y aportar menos, que es lo que pretendían los independentistas: ser soberanos en materia tributaria, tener «la llave de la caja», lo cual encarrila su camino hacia la independencia definitiva. Y mientras tanto, deciden quién reside en la Moncloa. Quién da más.

Los pobres financian a los ricos, el culmen, como todos sabemos, del programa socialista y la redistribución que creíamos defendía

Gracias a Sánchez y al PSOE, convertido por méritos propios en el partido más reaccionario del panorama político, Cataluña dejará de aportar lo que le corresponde a la solidaridad interterritorial y al Estado del Bienestar de los restantes ciudadanos españoles. Todo lo cual supondrá el fin del Estado Autonómico tal y como lo conocemos, la ruptura definitiva de la igualdad entre ciudadanos y territorios, una merma inmensa de los recursos del Estado para favorecer la cohesión social y territorial y la plasmación de la redistribución inversa que ya era una realidad gracias a las excepciones de Euskadi y Navarra pero que ahora se agrava: los pobres financian a los ricos, el culmen, como todos sabemos, del programa socialista y la redistribución que creíamos defendía. No es un paso hacia la federalización de España, como dijo cínicamente Sánchez, sino hacia su confederalización asimétrica. Y todo esto se decide sin modificación constitucional de por medio, a base de falsedades y a mayor gloria de un futuro presidente autonómico. Cambiamos el modelo de Estado por la puerta de atrás para que Illa sea presidente de una comunidad autónoma, proceder que solo tiene un nombre: corrupción política.

Referéndum e independencia

El infame y reaccionario pacto entre ERC y PSC no queda ahí. Por un lado, incluye el compromiso de implementar nuevas inversiones en Cataluña que pagaremos todos, como premio adicional a la condonación de la deuda que ofrece el PSOE a los golpistas por haber vulnerado la legalidad vigente y la Constitución Española: es la meritocracia delictiva. Por otro lado, imponer el catalán en todos los espacios de la sociedad donde aún no estaba impuesto, o sea, redoblar de manera antidemocrática e ilegal la presión lingüística para obligar a los ciudadanos a hablar una determinada lengua e impedir a su vez que nadie en Cataluña pueda estudiar en español, otro de los derechos constitucionales que el independentismo vulnera de la mano del socialismo catalanista y reaccionario. Ni Franco llegó tan lejos. Finalmente, avanzar en «la resolución del conflicto político», que no es sino el compromiso de que se celebre un referéndum en Cataluña para que allí se decida lo que deberíamos decidir entre todos y se independice definitivamente de España, la última línea roja que Sánchez nunca traspasaría pero traspasará sin duda, con la aquiescencia y la complicidad de todos sus subordinados y voceros, cargos públicos, militantes y hasta votantes socialistas, todos responsables de esta traición a los valores de la izquierda y a España. Y todo para que Illa se convierta en president de Cataluña.

Quizás pueda pararse la desmembración definitiva de España en el Congreso de los Diputados. Quizás se produzca una rebelión interna en las filas socialistas. Quizás Page Lambán… Quizás, quizás. Si nos guiamos por los hechos efectivamente ocurridos y por cómo se han conducido los socialistas críticos, la ruptura de la España constitucional parece definitiva. O eso o la implosión del PSOE. Sería la mejor noticia.