ABC 18/02/13
· La filtración del informe sobre Puig trataba de frenar su poder dentro de CDC.
La trama de espionaje en Cataluña ha impactado de lleno en el sistema político en la Comunidad, y ha revelado hasta qué punto el juego sucio ha sido práctica habitual en el funcionamiento de los partidos. Aunque la investigación policial, y posteriormente la acción de la Justicia, determinará quién está detrás de los encargos, o si los mismos fueron a iniciativa de la agencia Método 3 —o ambas cosas, lo más probable—, los focos del caso se están centrando en el PSC y en CiU. En el primer caso porque se sospecha que fue su ex secretario de organización, José Zaragoza, quien pudo ordenar el seguimiento a la ex novia de Jordi Pujol Jr., y en el segundo caso porque la trama y sus derivadas confirmarían que en el seno interno de la federación nacionalista se practicó el juego sucio, un episodio más de las guerras internas que libraron sus distintas familias políticas.
En este sentido, la elaboración y circulación profusa de un informe sobre el actual consejero de Empresa, Felip Puig, coincidió con los meses previos al retorno de CiU al Gobierno de la Generalitat, en noviembre de 2010, momento en el que los distintas facciones dentro de la federación, singularmente dentro de CDC, medían fuerzas de cara al reparto de puestos, tanto en el ejecutivo que iba a configurar Artur Mas como dentro del partido.
En este sentido, fuentes consultadas por este diario coinciden en señalar que dicho informe respondería a un episodio más de la guerra interna dentro de CiU, y en concreto de los intentos del núcleo duro en el entorno de Artur Mas —Francesc Homs, Germà Gordó, David Madí…— de contrarrestar el gran poder que dentro de la formación acumulaba Felip Puig. Según publicó «El Periódico de Cataluña», el encargo —entre otros relativos a dirigentes de CiU— partió directamente de Xavier Martorell, actual director de Prisiones de la Generalitat, con el visto bueno de Germà Gordó, consejero de Justicia. CDC anunció el sábado que se querellaría por estas informaciones, negando haber encargado dicho trabajo.
El reparto del poder
En cualquier caso, y al margen de quién ordenase el expediente, lo cierto es que el mismo circuló ampliamente en Barcelona, y que fue utilizado para erosionar la figura de un Puig que había controlado con puño firme el partido —llegó a acumular 41 cargos de manera consecutiva—, y que aspiraba a no quedar descolgado en el nuevo escenario que se abría en Cataluña. La descomposición del Gobierno tripartito ya anticipaba la victoria nacionalista, lo que disparó la lucha por el poder y las ansias de las figuras más cercanas a Mas.
Felip Puig, aunque tocado tras estar en el centro de la tormenta por el escándalo del cobro de comisiones, fue nombrado finalmente consejero de Interior cuando en diciembre de 2010 se forma el primer gabinete de Artur Mas, mientras que Oriol Pujol, otro de los actores en esta guerra interna y a punto ahora de ser imputado por el caso de las ITV, se le envía al Parlament y pasa a controlar el partido.
El supuesto caso de espionaje interno en el seno de CiU no se limitó a Puig. Según publicó ayer el mismo diario barcelonés, la vicepresidenta Joana Ortega (UDC) también fue investigada, en su caso cuando asumió la vicepresidencia. El trabajo rebelaba que Ortega había hinchado su currículum atribuyéndose una licenciatura en Psicología cuando en realidad no había terminado la carrera. La investigación fue filtrada a la prensa.
En este escenario de sospechas y desconfianza, entre los partidos y dentro de los mismos, la investigación sobre la trama de espionaje prosigue. El viernes prestó declaración voluntaria ante la Policía el director de Método3, Francisco Marco, que señaló el conflicto con dos ex trabajadores de la agencias despedidos como la fuente de la filtración de los informes.
ABC 18/02/13