- Pero vamos a ver, Pedro Sánchez es más opaco que el Vantablack, un compuesto de nanotubos de carbono que absorbe hasta el 99’965 % de la luz. El autócrata no solo lo oculta todo por puro vicio, sino que cuando revela algo es mentira
Si el Falcon hablara, España enmudecería de espanto. Si el Falcon contara con un sistema de escuchas entre sus mecanismos de seguridad (seguridad nacional), pasaríamos, como Alicia, a través del espejo. Un mundo inesperado y febril nos revelaría cada incógnita gracias a un ajedrez que imagino con Albares de alfil, estirando mucho el cuello para no ser confundido con un peón. A Koldo de peón agachándose para que nadie se dé cuenta de que ha alcanzado la última fila del tablero y se puede convertir en reina si le place. Al caballo Bolaños, siempre oblicuo. A la depuesta reina Yolanda, convencida de que sigue en el juego y a la que nadie se atreve a contarle la cruda realidad: yaces, hija, con el resto de piezas capturadas. A Marlaska le conviene la torre por esa tendencia suya —adquirida desde que dejó de ser juez y de ser justo— a la rigidez acusadora. Miente mal, es mejor desplazarlo recto, que no se le caigan los palos del sombrajo.
El Falcon ha visto de todo. Ha sido prácticamente un puente aéreo con República Dominicana, vaya usted a saber por qué, a cuento de qué, a cuenta de qué, por mor de qué y en beneficio de quién. Un trajín raro. Lo sorprendente es lo del Gobierno: a estas alturas de su golpe de Estado ya no disimula; sin embargo, esta vez no esgrime algo típico de la mano de cafres que es. Opta por violar las normas de transparencia con una excusa blandita, moña: arguyen que es «abusiva» (¡abusiva!) la más que legítima (la obligada, diría yo) pretensión de El Debate: conocer quién ha viajado en el Falcon durante los 122 vuelos que se marcó en 2022 y en 2023. No abusen de mí, señores de El Debate, solo soy un pobre presidente de Gobierno con afición al vuelo. ¿Qué le importa a nadie la identidad de mis acompañantes? Dejen de abusar de mí, no lo soporto.
Pero vamos a ver, Pedro Sánchez es más opaco que el Vantablack, un compuesto de nanotubos de carbono que absorbe hasta el 99’965 % de la luz. El autócrata no solo lo oculta todo por puro vicio, sino que cuando revela algo es mentira. De modo que hay más verdad en sus silencios, como sucede en la mística. Extraño destino, llegar a la mística por el proxenetismo de su suegro. No lo critico: yo adquirí adolescente el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz porque metí veinticinco pesetas en un tragaperras y me cayeron dos mil. ¿Y si el dictador sube extático al avión? «¡Apártalos, Amado, que voy de vuelo!» Si es cosa de arrebato, merece respeto, Pero el callar de Sánchez es más de reo que de monje levitante. A ver, majo, aquí eso de abusar, lo que se dice abusar, es asunto de tu especialidad. Solicitar informaciones cuya publicidad la ley avala es hacer periodismo. Pero ahora mismo no me queda espacio para contarte de qué va. Adiós.