Luis Daniel Izpizua, EL PAÍS, 9/6/2011
Con un discurso alambicado y una melopea propia del rondeau, Markel Olano dice estar a la espera, y no sabemos si lo que espera es el soplo del Espíritu o que algún gato encerrado asome la patita y nos sorprenda a todos. Aún no ha perdido la esperanza de volver a ser diputado general, aunque en ningún caso espera serlo mediante la «exclusión» de Bildu.
En su discurso en el Comité Nacional del PSE, el lehendakari definía con contundente claridad las dos premisas que impedían que su partido pudiera pactar con Bildu. Una de ellas era la necesidad de que la coalición pidiera de forma clara la disolución de ETA. Cito sus palabras: «Les queda pedir de forma pública y clara la desaparición de ETA. Porque mientras no lo hagan, ETA seguirá manteniendo el chantaje sobre la sociedad vasca y su existencia es, en sí misma, inaceptable. Y esa es una de las razones para que el partido socialista no pacte con Bildu ningún gobierno». La segunda de las razones era la modernización del país. Y cito de nuevo: «Los pactos de las Diputaciones y Ayuntamientos no deciden, esta vez, sólo la estabilidad y el gobierno, sino que definen, sobre todo, un modelo de país. Un modelo de modernidad». Se podrá estar o no de acuerdo con esas premisas, pero ambas están expuestas con claridad y sin ambages, y constituyen razones suficientes para orientar una política de pactos.
Es justo a esas dos mismas premisas a las que se refiere también Markel Olano en una entrevista, aunque en su caso la claridad brille por su ausencia. Dice Olano: «Éste [la exigencia del abandono definitivo de las armas] es un paso perfectamente exigible a Bildu y nosotros vamos a mantener esa exigencia. De hecho, el que no se produzca es un elemento muy negativo para llegar a un acuerdo con ellos». Bien, tomen ustedes nota y vayamos con la segunda premisa, la de la modernización, o de los proyectos estratégicos. Dice Olano: «El PNV no va a permitir que Guipúzcoa dé marcha atrás en los grandes proyectos», aunque en su opinión eso estaría garantizado por las Juntas Generales. Como se puede ver, ambas premisas son coincidentes en los propósitos de nuestro diputado general y de nuestro lehendakari, pero lo que en éste se expone con contundencia posee en aquél la consistencia de un soufflé.
Con un discurso alambicado y una melopea propia del rondeau, Markel Olano dice estar a la espera, y no sabemos si lo que espera es el soplo del Espíritu o que algún gato encerrado asome la patita y nos sorprenda a todos. Aún no ha perdido la esperanza de volver a ser diputado general, aunque en ningún caso espera serlo mediante la «exclusión» de Bildu, ese nuevo disfemismo utilizado como palabra mágica para enturbiar intenciones y que subordina objetivos y programas a una supuesta inocencia, en realidad una malintencionada necesidad de señalar al malo, que para los nacionalistas siempre es el mismo. Sin embargo, una de dos, o bien lo logra mediante la «exclusión» de Bildu o bien mediante la «inclusión» con Bildu, posibilidad ésta que exigiría la previa disolución del soufflé. O bien espera tal vez gobernar con todos, con unos en el Gobierno y con otros en las Juntas, apelando a la responsabilidad ajena para una tarea de gobierno que puede ser tan inane como la del que ha presidido hasta ahora.
Luis Daniel Izpizua, EL PAÍS, 9/6/2011