Ignacio Camacho-ABC
- Nadie conoce una entelequia capaz de diseñar hasta un sistema de criptomonedas para dotarse de capacidad financiera
con que los rusos les iban a «prestar» soldados. Y ahora caen, al cabo de tres años, por una (presunta) mangancia de recalificaciones y trapicheos fiduciarios. Si el auto judicial tiene fundamento, a la Fiscalía le espera una carga de trabajo, aunque mandando quien manda en ella está por ver si será para acusar o para exculparlos.
De cualquier modo, cada vez que la Policía o la Guardia Civil husmean un poco en la trama afloran nuevas muestras de que la rebelión de octubre del 17 fue bastante más que la «ensoñación» definida en la sentencia. Hubo demasiada precisión, demasiada estrategia, demasiada organización para tratarse sólo de una quimera. Pudo existir un exceso de megalomanía y de optimismo, pero nadie conoce una entelequia capaz de definir hasta un sistema de criptomonedas para asegurarse de que la hipotética Cataluña independiente contase con cierta capacidad financiera. El trío arrestado manejaba una buena agenda de contactos y redes de influencia bastante más tupidas que las de los cabecillas que fueron a la trena. Junqueras y compañía carecen del talento, las relaciones y la fineza para planear una operación tan completa. Sin la labor en la trastienda de gente inteligente y experta hubiese resultado imposible armar un golpe de diseño, una insurrección posmoderna.
Sin embargo, como todo eso ocurrió en el año I a. S. (antes de Sánchez) es probable que el César suba el pulgar y adelante el indulto de los reos como regalo de Navidades. Bajo estado de alarma, para más detalles; raro será que no haya gente encerrada en su casa mientras los encarcelados salen. En los predios gubernamentales ya se habla de ello con la naturalidad de algo irrelevante. Quién lo podría impedir; con los poderes excepcionales que hoy va a entregar el Congreso y el virus campando a sus anchas en la calle, el asunto no tendría más consecuencias que un par de días de debate en las redes sociales. Para qué reformar el Código Penal si se puede acelerar el trámite dictando un ucase.
Tal vez, al cabo, tenga razón el Supremo y todo aquello acabe revelándose como un mal sueño. El espejismo de creer que vivimos en un Estado de Derecho.