Ignacio Camacho-ABC
- Si el presidente no explica qué sabía y desde cuando es bastante probable que alguien lo haga por él. En el juzgado
Sánchez mintió al Congreso. Menuda novedad, se dirá; lleva mintiendo tanto tiempo –como mínimo desde su tesis doctoral–que ha conseguido normalizar el engaño y la ocultación sin pagar ningún coste por ello. Qué importancia puede tener un embuste más cuando la opinión pública se ha acostumbrado a la falsedad como una característica más del Gobierno. Sin embargo, la mentira sobre el ‘caso Delcy’ le pone en un aprieto porque revela el conocimiento previo de los tejemanejes de Ábalos y la voluntad de encubrirlos ante el Parlamento. Ahora no sólo sabemos por el demoledor informe de la Guardia Civil que aquel aterrizaje en Barajas tenía su visto bueno, sino que en vez de un incidente diplomático imprevisto era un episodio más de los negocios turbios del exministro. Y que allí, además del titular de Transportes en ese momento, estaban Koldo y Aldama: el trío sobre el que gira la red de corrupción cuyas terminales se extendían por varios departamentos del Ejecutivo.
Esa noche de enero de 2020 Ábalos, Koldo y Aldama componían ya la trama que pocos meses después iba a hacer de la pandemia, con toda la población confinada, su particular puerto de arrebatacapas. Unos u otros, o los tres a la vez, aparecen en la operación de tráfico de mascarillas, en el aún inaclarado viaje de la vicepresidenta venezolana, en el patrocinio del primer contrato de Begoña Gómez, en los millonarios rescates de Plus Ultra y Globalia. Y fue el presidente quien otorgó a su entonces hombre de máxima confianza insólitos poderes supraministeriales en el estado de alarma. Aldama ofrecía, Koldo gestionaba, Ábalos pagaba (y a su vez, presuntamente, cobraba). La investigación revela reuniones y mensajes con claras evidencias de manejo de información privilegiada. Y entre ellas, una mención al «Uno» en vísperas de un Consejo de Ministros de especial importancia para los intereses de la banda… y de una cita entre la ‘segunda dama’ y el CEO de la compañía rescatada. En plena crisis sanitaria.
El ahora repudiado Ábalos fue la pieza clave de las primarias socialistas que devolvieron a su jefe y amigo el liderazgo del que sus compañeros lo habían defenestrado. El encargado de presentar la moción de censura y de defenderla en el debate parlamentario. El secretario de Organización del partido y el principal pretoriano del Gabinete durante tres años. Demasiada cercanía para despacharla con el argumento de una dolorosa traición personal que en el mejor de los casos no disipa la existencia de una responsabilidad política por falta de vigilancia en el mando. Luego se produjo el cese repentino entre rumores subterráneos que cobran sentido a la luz de los hechos narrados en el sumario. Pero fue incluido en una lista electoral para que permaneciese aforado. De manera que si Sánchez no explica qué sabía y desde cuando es bastante probable que alguien lo haga por él. En el juzgado.