EL MUNDO – 23/01/16
· El tema, tabú para muchos Gobiernos tras las agresiones sexuales en Colonia.
· Desde principios de 2015, y mientras la mayoría de países miraban para otro lado, las instituciones europeas han asumido un liderazgo tan solicitado desde la ciudadanía como boicoteado desde las capitales en la crisis de refugiados.
· La Comisión presentó en mayo un plan ambicioso para recolocar a 60.000 demandantes de asilo. Y otro en septiembre para 120.000 más, ante la llegada masiva de sirios y eritreos que huían de la guerra durante el verano.
El balance desde entonces es desolador: apenas 300 personas han sido recolocadas desde Italia y Grecia al resto de países. Los guardacostas y el personal especializado no ha sido enviado y desplegado. Se han levantado muros, cerrado puestos fronterizos y más de media docena de países, y entre ellos Alemania, han reintroducido controles. Schengen está en peligro, la reglamentación de Dublín está obsoleta y es totalmente disfuncional. Y ante una evidente deriva anti refugiados por toda Europa, las instituciones europeas se muestran incapaces de reaccionar.
Desde la Comisión reconocen que no tienen muy claro qué está pasando en Dinamarca, y en qué consisten los controles a los refugiados y la incautación de sus pertenencias para «financiar su estancia». Ni las intenciones de Alemania, por si estudia algo similar. Apretadas, fuentes comunitarias admiten que tendrán que recabar más información, pero la falta de recursos e iniciativa política se nota. «Hay impotencia», explican fuentes diplomáticas. «La Comisión vino con muchas fuerzas, demasiadas, y ha chocado contra un muro más fuerte».
El momento político del verano, cuando las imágenes de miles de personas cruzando a pie Europa, de trenes hacinados y niños ahogados en las playas conmovieron a la opinión pública, ha quedado atrás. Ahora mismo prima el miedo, y más tras conocerse que algunos de los responsables de ataques terroristas en Europa se han hecho pasar por refugiados y tras las agresiones sexuales en diversas ciudades de la UE.
Pocos se atreven a usar su capital político para un tema que es tabú en muchos ejecutivos
Y eso se traslada al lenguaje comunitario, al texto de los documentos, a las conclusiones por escrito de las reuniones y a la falta de decisión. Juncker dice una y otra vez que hay una urgencia máxima, y la Presidencia holandesa coincide en que o se hace algo de calado en pocas semanas o Schengen puede derretirse. Pero el inmovilismo ha logrado atrapar el espíritu general. Y no hay voz ni para denunciar la decisión danesa ni a los que quieren imitar su proceder.
El lunes, los ministros del Interior de la UE se reúnen en Ámsterdam para un Consejo informal, donde discutirán de inmigrantes, asilo, la crisis de Schengen y de terrorismo, con la presentación del nuevo Centro Europeo Contra el Terrorismo. En la agenda de migración, la discusión se centrará, según explican fuentes europeas, en el control de las fronteras y en el posible desarrollo del Cuerpo Europeo de Fronteras, la nueva agencia que quiere crear la Comisión Europea, un cuerpo único con personal de todos los países que puede actuar por todo el continente, incluso si hay oposición de algún país afectado.
Ahora mismo, pocos países están a favor de la idea. Prefieren, como España, un refuerzo de las competencias y recursos de Fróntex, pero en Bruselas defienden que 2015 ha demostrado que no basta y es necesario ir más allá. Y que la incapacidad de socios como Grecia muestra la urgencia de ir un paso más allá en la integración. Un Cuerpo único sería una medida intrusiva en la soberanía nacional, pero menos grave para la Unión Europea que propuestas como la que está poniendo Hungría sobre la mesa: levantar un enorme muro entre Grecia y Macedonia ante la falta de voluntad y de medios de Alexis Tsipras para controlar a las miles de personas que llegan a las islas helenas en busca de ayuda.
La Comisión trata de recuperar impulso. Y algunas voces piden ir más allá, como por ejemplo fijando un impuesto sobre los combustibles dentro de la UE cuyos ingresos se destinaran íntegramente para la gestión de la crisis de refugiados. Algo casi simbólico, de un céntimo de euro por litro o incluso por recarga, pero que diera fondos autónomos para poder sufragar los gastos de manutención e integración de miles de personas.
La segunda parte del debate europeo está centrada en un solo país: Turquía, cuyo premier, Ahmet Davutoglu, se comprometió ayer en Berlín ante la canciller alemana, Angela Merkel a «hacer todo lo posible por rebajar el flujo de migrantes», informa Carmen Valero. Davutoglu dijo que en su país hay tres millones de refugiados en los que su Gobierno se ha gastado ya 10.000 millones de euros, argumentando así que los 3.000 acordados en Bruselas «son sólo una muestra de voluntad política».
EL MUNDO – 23/01/16