Este discurso representa la toma de postura más categórica de la UE contra el separatismo. En su artículo 2, el Tratado de Lisboa hace referencia a que la UE se fundamenta en el respeto al Estado de Derecho y el pasado fin de semana, en el marco de las celebraciones del 60 aniversario del Tratado de Roma, los líderes se reafirmaron en esa idea. Sin embargo, el mensaje lanzado este jueves desde La Valeta (Malta) –un día después de activarse al Brexit– va más allá. La UE se posiciona ya sin tapujos, con voz clara y alta, contra el independentismo europeo.
La declaración de la canciller alemana supone un importante espaldarazo al Gobierno español en su estrategia por detener a los secesionistas de Cataluña. Es cierto que hubiera sido deseable que Merkel y Tusk se hubiesen pronunciado antes en favor de preservar la integridad territorial de los Estados europeos. Pero en cualquier caso, ha sido muy oportuna. Entre otros motivos porque con este rotundo discurso, la UE pone una cómica guinda a la rocambolesca ofensiva internacional lanzada por la Generalitat estos días.
En su viaje a ninguna parte, el presidente catalán, Carles Puigdemont, se ha ido a EEUU para explicar «lo que está pasando en Cataluña». Allí no sólo no ha logrado cerrar ningún encuentro de alto nivel político. Tampoco ha conseguido que le reciban en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Quizás esto haya sido lo más esperpéntico de su periplo, ya que la Generalitat llegó a difundir una nota de prensa que afirmaba que Puigdemont iba a visitar las instalaciones de esta prestigiosa universidad cuando lo que hizo fue visitar el edificio de oficinas de un proveedor.
En su obsesión por construir su posverdad, la Generalitat también ha protagonizado un escabroso episodio en Londres al falsear el cargo de Raül Romeva para que The Guardian le firmase un artículo sobre el Brexit como ministro de Asuntos Exteriores de Cataluña.
Pese a los continuos intentos de manipulación y a la cada vez mayor asignación económica que el separatismo está dedicando a su causa, los apoyos a la secesión de Cataluña son cada vez menores. El barómetro presentado ayer por el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat revela que los catalanes contrarios a la independencia superan en cuatro puntos a los partidarios. Es un dato relevante. Primero porque la brecha entre ambos ha aumentado desde diciembre en favor de quienes quieren permanecer en España. Y también porque muestra un cambio de tendencia en la opinión pública que en los últimos años había derivado hacia posturas secesionistas. La realidad es tozuda y hoy parece más cercano el momento en el que se va a imponer en Cataluña.