ABC – 03/06/17
· Bruselas y Pekín creen que la decisión de Trump de salir del Pacto del Clima muestra una falta de dirección política que ellos están dispuestos a asumir.
· China y la UE se proponen ocupar el vacío que deja la política aislacionista de Donald Trump, pero para ello deberán aprender a superar sus diferencias, que no son menores.
La visita ayer del primer ministro chino, Li Keqiang, a Bruselas ha constituido, en palabras del presiente del Consejo Europeo, Donald Tusk, la reunión «más prometedora» de todas las que han tenido con el gigante asiático, pero al final no fue posible firmar la declaración conjunta, porque el gobierno de Pekín insiste en que la Unión Europea cumpla su compromiso de reconocer a China como una economía de mercado.
En realidad, la reunión se prolongó mucho más de lo que estaba previsto debido a las fricciones en los asuntos que más negativamente pesan sobre las relaciones comerciales: la sobreproducción de acero por parte de China y el estatus de economía de mercado que Pekín exige a la UE que le reconozca en virtud de su adhesión a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dijo que si las reuniones muy cortas suelen ser señal de grandes diferencias, «las largas significan que hay una voluntad de ponerse de acuerdo». La rueda de prensa había sido programada para antes de la una del mediodía y la primera en abandonar la sala –y no de muy buen humor– fue la comisaria de Comercio, Cecilia Malmstrom.
La convocatoria se anuló porque europeos y chinos decidieron almorzar juntos y darse una nueva oportunidad para discutir, pero ni a las tres de la tarde había habido progresos, así que Juncker, Tusk y Keqiang comparecieron sin haber llegado a firmar la declaración conjunta que se había preparado. Ni siquiera el anexo en el que las dos potencias económicas respaldaban explícitamente el Acuerdo de París sobre reducción de emisiones para evitar el calentamiento del planeta del que EE.UU. ha anunciado que quiere retirarse.
Sin embargo, por encima de estas diferencias, que no son nuevas, China y la UE han querido dejar clara su voluntad de llenar el vacío que deja el retraimiento internacional de la política del presidente Donald Trump.
Bien avenidos
Ambas partes creen que la salida de EE.UU. del Pacto del Clima muestra una falta de liderazgo internacional que ellos están dispuestos a asumir. Si no unidos, que es imposible, al menos bien avenidos. En este sentido, el primer ministro chino afirmó que, ante «los cambios que se han producido en la escena internacional, es necesario que las relaciones entre China y la UE sean un polo de estabilidad».
Fuentes diplomáticas europeas habían comentado en privado que las buenas relaciones con China «son necesarias», tal vez ahora más necesarias que nunca, pero que el problema es que «con Pekín no compartimos los mismos valores», como sí sucede con Estados Unidos. Tusk encontró una nueva fórmula y explicó en rueda de prensa que Europa y China «compartimos intereses» y que por ello existe la voluntad de convertirse en «socios estratégicos», sin silenciar las diferencias en materia de derechos humanos, libertad de expresión y situación en el Tíbet. Estos puntos fueron mencionados de pasada, pero no ignorados, y se abordarán en una conferencia específica a finales de mes.
De manera que, por el momento, la contrariedad ante la posición norteamericana por su salida del Tratado de París y lo que ello implica es la principal base de esta asociación estratéY gica entre la UE y China. El comisario de Energía y Acción Climática, Miguel Arias Cañete, ya había dicho que el Acuerdo de París «no es renegociable» y que la UE se va a empeñar en cumplirlo y en apoyar a los demás países que lo firmaron, que son todos los del mundo menos Siria y Nicaragua. Keqiang habló abiertamente de esa voluntad común de «avanzar en una globalización más inclusiva y que beneficie a más gente» y al «libre comercio que lleve prosperidad y paz a todo el mundo», en contraposición a los gestos proteccionistas de Estados Unidos.
Disgusto compartido
«Estamos encantados de que China comparta con nosotros su disgusto por la decisión unilateral de Estados Unidos», prosiguió Juncker, quien reconoció que, como socios, «de lo que solemos discutir es de los problemas» y tanto en acero como sobre la disputa que China ha introducido en la OMC hemos podido reducir las diferencias, pero no estamos todavía en la solución», reconoció.
Por su parte, Keqiang insistió en que «la UE debe cumplir la obligación del artículo 15 del Protocolo de Adhesión de China a la OMC», que incluía el compromiso de que Bruselas le reconocería el estatuto de economía de mercado 15 años después de su adhesión a la organización, que ya se han cumplido, lo que supone mayores ventajas para el gigante asiático. «Hacerlo enviará una señal a la sociedad y al mercado de que todos respetamos las normas internacionales y mantenemos el multilateralismo».
Hasta ahora, la UE ha condicionado esa decisión a que se resolviera el problema de la sobreproducción de acero chino que luego vende a Europa a precios por debajo del coste de mercado, lo que ha llevado a ambas entidades a intercambiar demandas en el seno de la organización.
ABC – 03/06/17