• La única presión a Polonia será la económica, ya que el apoyo de Hungría y la República Checa harían imposible intentar que pierda el voto en el Consejo

Ironías del destino. La UE presentaba como lema el pasado miércoles en la Cumbre de Eslovenia la necesidad de «hacer un frente común» en cuestiones como el fiasco de Afganistán, China, la disputa con EE UU por el tema de los submarinos y la creación de Aukus, los Balcanes Occidentales con los seis aspirantes a entrar en el club comunitario y la pandemia. Nada de su cada vez más patente irrelevancia internacional, nada de la imperiosa necesidad de crear un Ejército Europeo y desligarse de la OTAN estadounidense, nada del tumor putrefacto de los países de Visegrado y de las risas que hacen en privado personajes como Mateusz Morawiecki, Viktor Orban y Andrej Babis.

Pues bien, el principal representante de este grupo de díscolos, Polonia, se ha encargado de recordar a las autoridades comunitarias que siguen actuando como les da la gana. Así lo expresa la reciente y desafiante sentencia del Tribunal Constitucional polaco manifestando que la justicia europea carece de competencias para juzgar su sistema judicial, lo que cuestiona tanto a ésta como a la propia Comisión Europea. Una vez más, y no será la última si se siguen tolerando estos comportamientos, Polonia cuestiona e incumple las reglas de aquél que le está transfiriendo ingentes cantidades de dinero. Claro que cuestionar no es marcharse como debieran hacer si éstas no les parecen adecuadas.

Polonia seguirá dentro de la UE porque se cuidará muy mucho de activar el artículo 50 que permitió marcharse a Reino Unido y la UE se limitará a seguir presionándola con el ‘arma económica’ de que dispone (36.000 millones de euros), ya que intentar que pierda el voto en el Consejo de los 27 es imposible porque la unanimidad requerida la romperían Orban y Babis. La guerra de trincheras continuará y el problema de fondo también. Habilitar el mecanismo de expulsión, tanto para los polacos como para cualquier otro miembro del club, es una quimera aún en las mentes de los dirigentes comunitarios.

No ocurrirá nada de esto. Se seguirá alargando la agonía y la negociación de concesiones a Polonia que permitirán seguir el ‘camino de zombis’ en el que se encuentran y de esta forma se enquistará la ‘crisis existencial’ que vive la Unión. La solución del problema polaco pasa por la extirpación de raíz del proceso tumoral que genera. Sin contemplaciones, dudas o vacilaciones, el poso ideológico europeo y los valores que conlleva deben ser asumidos por todos los miembros de la Unión. Si algunos consideran que no les interesa, que sigan su camino histórico en solitario.