La universidad sin Estado

LIBERTAD DIGITAL 15/03/17
JOSÉ MARÍA ALBERT DE PACO

· Al menos 50 nazisantis* han atacado hoy en la Universidad Autónoma de Barcelona a unos diez jóvenes de Sociedad Civil Catalana

Al menos 50 nazisantis* han atacado hoy (escribo en martes) en la Universidad Autónoma de Barcelona a unos diez jóvenes de Sociedad Civil Catalana, que habían instalado un tenderete para convocar a la comunidad universitaria a la manifestación del próximo domingo contra el proceso soberanista. Al grito inverosímil de «¡La UAB será la tumba del fascismo!», el grupúsculo de marras ha arremetido contra los demócratas y destrozado el puesto, sin que los guardias de seguridad desplegados en torno a él hicieran nada por impedirlo.

La policía no patrulla por allí porque así lo quiere una tradición que, desatendiendo el principio de realidad, pretende que la universidad es un templo del saber racional, el debate en libertad y la reflexión crítica, y que ese edén de adanes no ha de ser profanado por la fuerza bruta. Al parecer (la poesía no es mi fuerte) la fricción entre ambos mundos, el del conocimiento y el de la porra, resulta intolerable, máxime teniendo en cuenta que son los alumnos quienes la blanden. Entre la universidad pública española y las fiestas de Rentería había una gran afinidad moral; de un tiempo a esta parte, la similitud es plenamente operativa. Es fatigoso recordarlo, ciertamente, pero si la democracia obliga a repetirse habrá que hacerlo; cuando menos, hasta que la UAB sea, en efecto, la tumba del fascismo.

Sirva este artículo para informar de que este domingo, 19 de marzo, a las 12 del mediodía, miles de catalanes (bastantes menos, según la Guardia Urbana; bastantes más, según los organizadores) partirán de la plaza Urquinaona para manifestarse contra el secesionismo. Y que el ambiente festivo presidirá la marcha, cifrando así la exacta diferencia entre las sonrisas y las máscaras, entre el civismo y su torvo simulacro.

* Variedad de porristas que tratan de dignificar sus agresiones por el procedimiento de tildar al agredido de nazi. Una de las cumbres del nazisantismo, y que mejor describe la esencia del colectivo, se vivió en el estadio de Vallecas, cuando un nazisanti del lugar se encaramó a la valla y llamó fascista al árbitro por escamotear un penalti a los locales.