NACHO CARDERO-EL CONFIDENCIAL
- «La única certidumbre que tenemos ahora es la incertidumbre», decía González. “Así que tenemos que impulsar una dinámica de pactos que permitan adaptarnos a ella»
La líder del BNG, Ana Pontón, aprovechó la celebración de la segunda edición del Foro La Toja-Vínculo Atlántico, en el que participaron el Rey de España, Pedro Sánchez, Mariano Rajoy y Felipe González, entre otros, para despacharse a gusto contra el evento por considerarlo “bastante carca y anacrónico”, “deturpar la toponimia” oficial de Galicia al no usar el término A Toxa y ser, además, profundamente machista al no contar con la misma proporción de hombres que de mujeres entre sus ponentes.
Si bien sus palabras fueron censuradas por el grueso de los asistentes, hubo alguno, trajeado y con corbata, que no solo asintió con la cabeza sino que aventuró a pronosticar que Pontón saldría presidenta de la Xunta en las próximas gallegas en sustitución del popular Feijóo, también presente en el cónclave. ‘Cosas veredes’. El BNG, como otras formaciones nacional-populistas, se alimenta de incertidumbre y se mueve como pez en el agua en un contexto de crisis económica, falta de liderazgo y malestar social como el actual.
Abascal es consciente de que la desafección juega a su favor. Se ve como ganador político de la crisis y aprieta el aceleradorMismo argumento sirve para explicar por qué los simpatizantes de Vox van a ir en aumento según vayan sintiéndose los efectos de una pandemia que ha servido para acelerar las tensiones sociales. En la formación de Abascal, son conscientes de que la desafección juega a su favor. Se ven como los ganadores políticos de la crisis y aprietan.
Consideran que ellos, epítome de la España que madruga, en palabras de Macarena Olona, que no gobiernan en ningún territorio ni son responsables de las muertes del covid ni del cierre de las empresas, van a capitalizar el malestar social que se está cocinando en el país. Por eso, la moción de censura contra Sánchez; por eso, la creación de un sindicato, Solidaridad, que rompa la dicotomía izquierda-derecha, ricos-pobres.
“La polarización está aquí para quedarse y puede ser un factor definitorio de nuestro debate político en el futuro”, aventura el politólogo Ignacio Jurado. “La crisis no es solo por pérdida de confianza, sino que es víctima de fenómenos generales como la pérdida de la transversalidad y el aumento de la polarización”, añade el profesor Lluís Orriols.
Los analistas invitan a no resignarse, indagar en los cambios que se han producido en los últimos años, el nuevo contrato social que ha emergido, la desafección con la clase política, entender sus causas estructurales y tratar de combatirlas.
Esta es la idea que reunió en La Toja a instituciones y destacados representantes del mundo político y económico. Fuenteovejuna, todos a una. Lo hicieron justo el mismo día que se desayunaban con un artículo de ‘The Economist’ que señalaba “la política venenosa de España” como principal culpable del agravamiento de la crisis sanitaria y económica, y lo hicieron, precisamente, para tratar de poner coto a este Hiroshima político que sacude nuestro país, después de que todos los gobiernos, sean de un signo u otro, hayan fracasado y el pesimismo histórico del 98 vuelva a prender en España.
Acudió Felipe VI, a pesar de los ataques de una parte del Gobierno de coalición y del lastre que supone acarrear la mochila judicial de su padre; lo hizo también Rajoy, que participó en la mesa redonda coincidiendo en el tiempo con la difusión de las grabaciones que lo señalaban en la Kitchen, y esa misma tarde hubo rueda de prensa de González, que hizo acto de presencia luego de unos meses de perfil bajo por la pandemia del covid.
Todos ellos tocaron a rebato con un mensaje de unidad, ensalzando la Carta Magna y saliendo en defensa de los principios que definen las sociedades occidentales, tales que la libertad individual y la igualdad de las personas. “La única certidumbre que tenemos ahora es la incertidumbre”, decía González. “Así que tenemos que impulsar una dinámica de pactos que permitan adaptarnos a esa incertidumbre que nos rodea”.
Parecía que los ponentes estuvieran coordinados. Pasándole el ‘turnitin’ a sus declaraciones, lo que venían a decir era que había que dar una colleja a Pablo Iglesias y Alberto Garzón, superar el bloqueo político llegando a acuerdos en asuntos tales que los Presupuestos Generales del Estado o los fondos europeos, y dejar de cuestionar la figura de Felipe VI.
El populismo actual es manifestación temprana de una transformación a largo plazo que tiene que ser combatida con otras armas
Uno tiende a pensar que el hecho de que salgan los popes en tromba en defensa de las instituciones debe servir de bálsamo de Fierabrás para los males que aquejan al país, sin tener en cuenta que, en ocasiones, como sucedió con el Brexit o Trump, provocan el efecto contrario. Como diría un castizo: si el ‘establishment’ viene al rescate, date por jodido.
Explicaban los politólogos antes mencionados que la creciente fuerza de los movimientos populistas es manifestación temprana de una transformación a largo plazo más amplia y más estructural, que hace que señores de orden de traje y corbata se vuelvan antisistema y que, por este mismo motivo, tenga que ser combatida con otras armas.
Leído en Facebook: “Si recoges 100 hormigas negras y 100 hormigas rojas y las pones en un jarro de vidrio, nada pasará; pero si tomas el jarro, lo sacudes violentamente y lo dejas en la mesa, las hormigas comenzarán a matarse entre sí. Las rojas creen que las negras son las enemigas, y viceversa, cuando el verdadero enemigo es la persona que sacudió el jarro. Antes de ponernos a pelear entre nosotros, debemos preguntarnos: ¿quién sacudió el jarro?”.