Antonio Casado-El Confidencial

  • El bloqueo hundiría al PP de Castilla y León y lastraría más aún el camino de Casado a la Moncloa

Vox o bloqueo, a elegir. El bloqueo de la gobernabilidad hundiría al PP en Castilla y León y lastraría más todavía la candidatura de Pablo Casado a la Moncloa. La alternativa es el mal menor: un acercamiento de Mañueco a Vox, en línea con las tesis de la madrileña Díaz Ayuso. 

El dilema se impone al hecho de que las marcas territoriales (UPL y las provinciales) no dan para la investidura de Mañueco sin la complicidad del PSOE. Y aunque dieran, por abstención total o parcial del PSOE o de Vox, gobernar luego contra los dos al mismo tiempo sería matemáticamente imposible. 

La extravagante oferta del PSOE (apoyo a cambio de confinar a Vox en las catacumbas) mejoraría la facturación electoral de la ultraderecha

Por tanto, Vox o una repetición de elecciones que los leoneses y castellanos no perdonarían. Por muchas vueltas que le demos, la endiablada orografía política del 13-F no deja otras salidas en Castilla y León. Todo lo demás, incluido el quimérico “Gobierno en solitario” del que hablan Casado y Mañueco, es camino seguro hacia una legislatura fallida. 

La inestabilidad está reñida con el ejercicio del poder. Y a eso conduce la descartada cooperación del PSOE. Su extravagante oferta de apoyo a cambio de confinar a Vox en las catacumbas no haría más que mejorar la facturación electoral de la ultraderecha. Así que la única forma de impedir el bloqueo y garantizar la estabilidad, divino tesoro, es un pacto PP-Vox. Mañueco no lo descarta ni lo confirma, pero antes quiere agotar su ronda de diálogo con todos y cada uno.

Fernández Mañueco insiste en que quiere gobernar en solitario

Descartado también un mero arropamiento parlamentario del partido de Abascal, al PP no le queda otra que ir al Gobierno de coalición, por mucho que les disguste a Mañueco y a sus jefes políticos. Y cuanto antes lo asuman, mejor para ellos. Están irremediablemente obligados a hacer de la necesidad virtud, convirtiendo el contratiempo en una oportunidad.

Pero gobernar con Vox puede ser el mejor camino para librarse de Vox. Vox como vacuna. Una forma de comerse el pan de obleas del PP por cuenta de una inexistente conspiración del socio (Cs). Dejar que los de Abascal pisen moqueta, como antídoto de su discurso regresivo en materia de valores consagrados en nuestro sistema. Darles un año (tiempo exigido antes de nueva disolución de las Cortes) para que se retraten como partido incapaz de gestionar problemas reales de leoneses y castellanos. 

El PP debe dar salida negociada a la pretensión de Vox de entrar en la Junta. Cuanto antes entre, antes empezará a desinflarse 

Al fin y al cabo, todavía pasarán dos años antes de que el 94% del electorado español, ausente en las elecciones del domingo, se pronuncie sobre las aspiraciones de Casado y el estado de salud del sanchismo. Aún tiene tiempo el candidato nacional del PP de recuperar su ahora adormilada querencia centrista.

Si Vox persiste en su declarado “derecho y deber” a estar en la Junta, lo mejor que puede hacer el PP es dar salida negociada a esa legítima pretensión de su improvisado candidato, García-Gallardo. Pista para el artista. Cuanto antes pisen moqueta, antes empezarán a desinflarse. De hecho, algunas voces en las alturas de Vox perciben el riesgo y apuestan por huir de los sillones antes de las próximas elecciones generales. 

No se gobierna con frases enlatadas. Unos cuantos episodios de su inexperiencia como gobernantes serían suficientes para dejarlos fuera de juego. Véase el caso del presidente de Castilla-La Mancha, García-Page (PSOE), y los efectos derogatorios de su mayoría absoluta (mayo de 2019) respecto a su precedente coalición con Podemos.