En un momento en el que España parece abocada a una repetición electoral, me da la impresión de que el PSOE no está haciendo todo lo posible por evitarla, porque confía en que el electorado castigue en beneficio propio a los dos partidos que a su izquierda (Podemos) y a su derecha (Ciudadanos) podrían no estar haciendo todo lo posible para romper el bloqueo, que es lo que prefiere una mayoría para no tener que volver a las urnas.
Si finalmente se realizan esos segundos comicios generales en un mismo año, el electorado va a fluctuar para castigar, veríamos en qué medida, a quien crea que más ha obstaculizado el arranque de la legislatura. Por mucho que podamos razonarlo, es contraintuitiva la idea de que quien ha ganado las elecciones ha puesto impedimentos para comenzar a gobernar, por lo que el PSOE, en este caso, tiene ventaja para imponer su relato.
Con respecto a Podemos, lo natural es que los ciudadanos vean a Pablo Iglesias como ambicioso, e ilegítima su pretensión de ser vicepresidente; mientras que verán como algo lógico que quien ha ganado pretenda ser presidente. También es verdad que Podemos podrá defender un relato propio, que básicamente versaría sobre la cerrazón del PSOE a ceder las mínimas cotas de poder que garantizasen una participación digna en el gobierno.
Pero en todo caso, el de Podemos será un relato débil, porque al electorado no le gustan las reclamaciones de cotas de poder, lo que sumado a la fortaleza intuitiva de que el PSOE no puede no querer iniciar la legislatura porque ha ganado, fortalecerá a los socialistas. El ciudadano no quieren que les fastidien otro domingo para hacer lo que ya ha hecho en abril.
La vocación de Cs debe ser la de tender puentes y jugar un efecto moderador que contrarreste la polarización
Por el flanco derecho está Cs. Los de Rivera dijeron claro durante la campaña que no pactarían con el PSOE bajo ningún concepto, y parecen completamente decididos a cumplirlo. En la coherencia entre lo que dijeron y lo que están dispuestos a hacer está el único motivo para felicitarlos, y hay que admitir que es un motivo de importancia. Cs ha sido apodado como «la veleta naranja» precisamente por su poca fiabilidad a la hora de ejecutar lo que había dicho que haría. Ahora parece determinado a que esto no vuelva a pasar.
Debo reconocer que acertar en la estrategia política desde un espacio de centro ya es difícil de por sí, pero mucho más aún en un entorno de creciente polarización como el actual en España: el votante de centro derecha no quiere pactos con la izquierda y el de centro izquierda exactamente lo contrario, y ese equilibrio se acaba convirtiendo en la cuadratura del círculo. Sin embargo estoy convencido de que no han hecho ni lo mejor para ellos ni lo mejor para España.
Lo que un partido de centro liberal no debe hacer jamás es establecer cordones sanitarios por doquier. Al cordón sanitario que ya le habían puesto a los nacionalistas periféricos, le han añadido dos más, uno a Vox y otro al PSOE, con lo que se han cargado solitos casi la única ventaja que tiene estar en el centro: que las opciones de pacto son siempre mayores, claro está, si uno no se autolimita absurdamente. Es entendible por varios motivos que el PP pueda ser en un momento dado el «socio preferente», pero que sea el único posible, por decisión propia, es absurdo desde una perspectiva de centralidad política.
El establecimiento de cordones sanitarios a diestra e siniestra no es propio de una formación centrista cuya vocación debe ser la de tender puentes y la de jugar un efecto moderador, que contrarreste la polarización y que ejerza de fuerza centrípeta en lo ideológico, algo muy necesario en estos momentos. Además, el liberalismo es anti-dogmático y relativista por naturaleza, y las prioridades de pacto deben estar en todo momento marcadas por la opción disponible que permita maximizar la aplicación del programa propio, de la agenda liberal.
Además de con el PP, Ciudadanos debería poder sentarse también con el PSOE y con Vox con total naturalidad
Lo razonable e inteligente por parte de Cs en estos momentos seria proponer al PSOE un pacto de legislatura con una agenda reformista que le fuerce a alejarse de la deriva populista de los últimos tiempos. Además de con el PP, Cs debería poder sentarse también con el PSOE y con Vox con total naturalidad y, en mi opinión, también con el PNV y con el catalanismo moderado, e incluso con Podemos. Obviamente no con todos ellos para lo mismo y en cada circunstancia, pero los cordones sanitarios sólo se le deben aplicar a los violentos.
Cuando España está recorriendo un camino de polarización que no presagia nada bueno, se necesita una inyección de adrenalina de la transición, no otro partido extremista, al menos en las formas, que nos diga que es de centro.
No hace muchos años, Cs fagocitaba a un partido bastante más grande, UPyD, precisamente por el puritanismo dogmático y personalista de Rosa Díez, que se negaba a sentarse y a explorar vías de confluencia. La gente castigó al partido que se quería aislar y premió al que quería ensanchar y sumar.
Sólo los dogmáticos abominan de las veletas. La «veleta naranja» no debería oxidarse, debería volver a girar siempre con los principios liberales grabados a fuego, pero apuntando en la dirección que más fuerza le dé a esos principios y también, ¿por qué no decirlo?, que más cota de poder le confiera a quien los representa.
*** Carlos Vázquez Padín es licenciado en Ciencias Políticas y ex alcalde de Tui (Pontevedra).