Llevamos ya demasiado tiempo debatiendo en torno al galimatías diseñado por los asesores de la ilegalizada Batasuna: la España ilegalizadora frente a una izquierda de Euskadi sin libertad de expresión. Y todos los representantes políticos, hasta los que no quieren, caen en la telaraña.
La campaña electoral no dará comienzo oficialmente hasta el viernes de la próxima semana. Pero los ingenieros del entorno político de ETA parten con ventaja, en relación a los partidos democráticos. Independientemente de su ilegalización, o no, la izquierda abertzale ha recorrido ya muchos kilómetros de campaña. Y sin poner una valla todavía. Con manifestaciones y ruedas de prensa han copado toda la publicidad que necesitan para generar la tensión prevista en torno al pulso entre «España y Euskadi», que tantos réditos les proporciona para movilizar el voto.
Hay que reconocer a los amigos y últimos socios de la Batasuna de toda la vida que están sacando el máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo. Porque, mucho antes de que empiece el ‘espectáculo’ Bildu con sus tres patas (EA, Alternatiba y limpios mezclados con ‘contaminados’), ya ha logrado que todo el debate pase por sus caprichos. Llevamos ya demasiado tiempo debatiendo en torno al galimatías perfectamente diseñado por los asesores de la ilegalizada Batasuna, y diez días antes del comienzo de la carrera electoral han enfocado ese debate en torno a la España ilegalizadora frente a una izquierda de Euskadi que ve impedida su libertad de expresión. Y todos los representantes políticos, hasta los que no quieren, caen en la red de telaraña.
Y en medio, la izquierda abertzale. Antes Sortu, con estatutos, y ahora Bildu, con los deberes pasados a limpio. Esta izquierda abertzale que, mientras no sea capaz de someter a la banda terrorista a la voluntad de acabar con la violencia, no podrá ganar la credibilidad que persigue. Antes Sortu, ahora Bildu. Y los partidos democráticos enredados hasta el amanecer.
Los observadores desvían su atención hacia la división del alto tribunal sin caer en la cuenta de que las sentencias son únicas. Que tiene su importancia constatar la división en el Tribunal Supremo. Pero la equiparación entre votos mayoritarios y discrepantes puede prestarse al equívoco de creer que los jueces se pueden permitir dos sentencias. Y no. Hay otras banderas electorales. A la gente le preocupa el paro, esos cinco millones de desempleados que acaba de reconocer el secretario de Comisiones Obreras.
Pero los representantes políticos, con el monotema. En estos días cruciales en los que las lupas del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y del consejero vasco Rodolfo Ares están colocadas sobre Bildu, hay quienes se van adaptando a la necesidad del momento. El responsable de Organización del PSOE, Marcelino Iglesias, por ejemplo, reivindica ahora la «necesidad de tiempo» para creer a los sucesores de Batasuna.
Lo mismo pidió hace meses Antonio Basagoiti cuando se refirió a la «cuarentena» y se le echó encima toda la ‘caballería’. Los dos principales partidos están sosteniendo su equilibrio sobre el filo de la navaja. Trillo mantiene que pactó con Rubalcaba la impugnación de todas las listas de Bildu. Pero el vicepresidente desmiente a su interlocutor diciendo que hay que atenerse a la aplicación de la ley.
Si se está hablando de la reforma de la ley electoral, y no de la ley de partidos, está prevista la impugnación de los nombres de los candidatos o listas sin que afecte a las siglas de toda una formación electoral. Pero los populares han dado una vuelta de tuerca pidiendo la impugnación de todas las listas de Bildu. Aplicar a EA la ley de partidos, pero sin ilegalizarla.
La cuestión de la desconfianza ante la posibilidad de que Batasuna vuelva a colarse en las instituciones, no es baladí. Pero de ahí a que el PP se encele únicamente con este nudo gordiano de la campaña puede volverse en su contra. Y Antonio Basagoiti es consciente de ello.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 27/4/2011