Una diferencia notable entre este proceso y el de la disolución de ETA-pm. Cuando los ‘polimilis’ decidieron disolverse para reinsertarse, luego se lo comunicaron al gobierno. Y fue Rosón y Bandrés, con Onaindia, quienes pasaron a limpio los deberes. Ahora no parece que esté todo tan amarrado. Zapatero ha empezado a abrir la puerta antes de que ETA haya decidido.
Hasta el colectivo Basta Ya pide a los socialistas vascos que no cometan el error de reunirse con Otegi. Sus integrantes son mucho más cercanos a las víctimas del terrorismo que Blanco, o López Garrido o el ministro Rubalcaba. Por eso, entienden que la reunión anunciada un día después de que el presidente de gobierno hubiese tendido la trampa al PP para que Rajoy no hablara de ETA en el Congreso, «puede erosionar seriamente la confianza de muchas personas en el Estado de Derecho».
Saben de lo que hablan desde el entorno de Savater. Están viendo a los encausados del entorno de ETA salir por la puerta grande de la Audiencia Nacional, volver a repetir la foto de 1998 de Otegi junto a Gerry Adams, y dictar la agenda de las Mesas del diálogo con Batasuna desde la dirección del propio partido ilegalizado. Y es que, se ponga López como se ponga, los tiempos los sigue dirigiendo ETA. ¿Si lo sabrá Zapatero que, en cuanto la banda dijo que el proceso podía ser reversible, se apresuró a anunciar el calendario de la hoja de ruta, desde el mitin de partido en Baracaldo.
Que el proceso se le está yendo de las manos al presidente es una constatación de la que nadie debería de alegrarse. Pero, acaso, el problema radique en que no todo el mundo persigue lo mismo. Si desde Moncloa se insiste en que hay que firmar la paz «como sea» hay que decir que, por ahí, no van los tiros (con perdón) por la sencilla razón de que no se puede premiar por dejar de matar. Existe una diferencia notable entre este proceso y el de la disolución de ETA-pm. Cuando los ‘polimilis’ decidieron disolverse para reinsertarse en la sociedad, luego se lo comunicaron al gobierno. Y fue Rosón y Bandrés, con Onaindia, quienes pasaron a limpio los deberes. Ahora no parece que esté todo tan amarrado. Zapatero ha empezado a abrir la puerta a ETA antes de que la banda haya decidido abandonar su macabra actividad. Por eso, hace falta un juego de señales del que el gobierno, y con él toda la sociedad expectante, puede salir mal parado.
Y mal van las cosas cuando Zapatero habla de su compromiso a compartir información y tiene a los del PP a pan y agua. Mal también cuando Gotzone Mora se ve empujada a recurrir al numerito desde la tribuna de invitados del Congreso para decir al presidente que no hable en su nombre. Mal cuando una parlamentaria vasca, compañera suya de militancia y funerales, acaba llamándola «sinverguenza». Mal cuando los socialistas vascos pasean por el Parlamento, oyen en una conversación privada la exclamación «cobarde» y se dan por aludidos. Mal cuando el joven Madina utiliza su blog para referirse al odio. Y no se refiere a quienes, con tanto odio, atentaron contra él sino al popular Acebes. El presidente se ha dado quince días para restablecer el consenso con el PP. Va corriendo el calendario y no se ven signos de acercamiento.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 10/6/2006