ABC 30/03/15
· El presidente Hollande sufre otro duro revés político tras el batacazo del Partido Socialista en las elecciones departamentales de ayer en Francia
El centro-derecha liderado por el expresidente, Nicolas Sarkozy, arrasó en las elecciones departamentales celebradas ayer en Francia. La Unión por un Movimiento Popular (UMP, derecha) de Sarkozy y sus aliados de centro han ganado más del doble de departamentos que los socialistas, que vieron ayer confirmado el batacazo que les pronosticaban todas las encuestas. Según sondeos a pie de urna y los primeros datos del escrutinio, la UMP ha obtenido entre 65 y 70 de los 101 departamentos en los que está dividida Francia (un 47% del voto). El Partido Socialista (PS) ha conseguido entre 27 y 31 departamentos con un 31% del voto. Antes de las elecciones, la derecha controlaba 40 departamentos y la izquierda, 61.
Con esta apabullante victoria, Sarkozy ve cómo se afianza su liderazgo al frente del centro-derecha y cómo se allana el camino hacia el Elíseo en las elecciones presidenciales que se celebrarán en 2017. El Frente Nacional de Marine Le Pen continúa en su línea ascendente, aunque su victoria quedó por debajo de sus expectativas al no conseguir ser la segunda fuerza más votada. Pese a lograr un 21% de los votos, no conseguiría el gobierno de ningún departamento, según datos provisionales. Sí tendría un alto número de consejeros departamentales.
Al conocer el resultado, Sarkozy se mostró exultante: «Aquí se ve el masivo rechazo a las políticas del presidente (François) Hollande», clamó. En su opinión, estos resultados desacreditan un modelo socialista «arcaico» y «fracasado» y muestran que la alternancia «está en marcha» y que «nada la detendrá». Por su parte, el primer ministro, Manuel Valls, consideró que la derrota del PS es fruto de la ira y el cansancio ante una crisis que no termina de ser superada. «Los franceses han expresado su ira, su cansancio ante una vida cotidiana muy difícil. He escuchado el mensaje. Mi gobierno seguirá respondiendo», afirmó Valls tras el cierre de las urnas.
En definitiva, esta segunda y definitiva vuelta de las elecciones departamentales confirma que Francia ha girado a la derecha y que la extrema derecha no deja de crecer. Según las estimaciones oficiosas de la cadena BFM y los primeros datos del escrutinio, la UMP de Sarkozy ganó ayer entre 25 y 30 departamentos suplementarios que se sumarán a los 40 que ya controlaban antes. Se trata de un vuelco político sensible y significativo, llamado a influir en el proceso de recomposición del paisaje político nacional.
Toda la izquierda pierde
Según las mismas fuentes, el PS y sus aliados sufrieron una derrota contundente, perdiendo entre 25 y 30 departamentos. El PS controlaba 61 de los 101 departamentos franceses. A partir de mañana, podría controlar solo entre 27 y 31 departamentos. Se trata de un voto de castigo masivo contra el presidente François Hollande y su primer ministro, Manuel Valls, grandes perdedores de estas elecciones departamentales. El PCF, los ecologistas y la extrema izquierda sufren una derrota implacable. El PCF corre el riesgo de perder los dos últimos departamentos que controlaba hasta ahora. Ecologistas y extrema izquierda quedan reducidos a fuerzas grupusculares de mero apoyo a un PS minoritario en toda Francia.
Comentando estos resultados provisionales, a matizar, sin cambios de fondo, Nicolas Sarkozy, a la derecha, Manuel Valls, a la izquierda, Marine Le Pen, a la extrema derecha, y Jean-Luc Mélenchon, a la extrema izquierda, coincidieron en un punto esencial: estas elecciones departamentales tienen un alcance nacional y marcan un giro profundo en la orientación política de Francia.
Manuel Valls extrajo tres lecciones: «La derecha ha ganado, es una evidencia absoluta. La extrema derecha ha seguido creciendo: se trata de un resultado que debe inquietar a todos los franceses. En la izquierda, pagamos nuestras divisiones. Debemos asumir el trabajo que estamos haciendo y debemos unirnos para seguir reformando Francia».
A los pocos minutos de la primera reacción de Valls, Nicolas Sarkozy hizo un primer balance de su victoria personal en forma de proyecto político: «Queridos amigos… con esta elección comienza el cambio político en Francia. La derecha republicana ha conquistado un gran número de departamentos. La izquierda ha sufrido una de las más graves de su historia. Los franceses han castigado con severidad la política del presidente Hollande y su primer ministro, Valls, al frente del socialismo más arcaico de Europa. El centro derecha, unido, está en marcha. Debemos refundar nuestro partido y seguir construyendo la alternancia que vendrá».
La furia de Le Pen
Visiblemente irritada, con una victoria menor de lo previsto, Marine Le Pen, pidió la dimisión de Manuel Valls: «Los políticos grandes se distinguen de los políticos mediocres por su comportamiento ante el voto popular. Los políticos grandes asumen el voto de los ciudadanos, y dimiten cuando son desautorizados. Los políticos mediocres se aferran a sus cargos, contra la voluntad del pueblo. Por nuestra parte, seguimos adelante, denunciando los apaños del PS de Hollande y la UMP de Sarkozy, que defienden proyectos políticos idénticos».
El PCF y los ecologistas se quedaron sin voz ante su fracaso electoral. Como líder contestado del Frente de izquierdas (Fdi, extrema izquierda), Jean-Luc Mélenchon, hizo un balance apocalíptico del resultado final de las elecciones departamentales, culpando a Hollande y el PS de la ascensión «imperial» de la extrema derecha.
Las elecciones departamentales eligen los consejeros generales de los departamentos, más o menos equivalentes a las provincias españolas. Esos gestores del poder son responsables de un presupuesto nacional superior a los 70.000 millones de euros, consagrados masivamente a diversas facetas de la asistencia social. Ese es el poder donde se ha impuesto mayoritariamente la UMP, el partido de Sarkozy.
Todos los analistas subrayan, sin embargo, que la nueva Francia departamental es el «laboratorio» de un cambio de ciclo político nacional.
En 2012, los franceses eligieron un presidente, François Hollande, y un gobierno socialista. Desde entonces, el PS y Hollande han perdido todas las elecciones que se han celebrado desde entonces, las municipales y europeas del 2014 y estas elecciones departamentales, que confirman el giro a la derecha y la extrema derecha del electorado francés. Desde esa óptica, las departamentales son un «terremoto pausado», que tendrá consecuencias de alcance.