El final de la disputa exige el cumplimiento del compromiso adquirido hace dos años de garantizar a los padres que podrán elegir el modelo educativo que quieren para sus hijos, y la aceptación por todos de los datos reales sobre las preferencias paternas, sin manipularlos para hacer bandera política.
Los datos de la prematriculación para el curso próximo en los centros educativos no universitarios del País Vasco arrojan un ligero crecimiento (el 1% aproximadamente) de la preferencia de los padres por el modelo de enseñanza íntegramente en euskera; una tendencia que se mantiene en los últimos cinco años. Tres de cada cuatro alumnos preinscritos en educación Infantil han optado por lo que hasta ahora se ha conocido como ‘D’; se observa un descenso del bilingüe y, más leve, de la ya muy reducida opción por la enseñanza en castellano. Este sistema de modelos lingüísticos, ahora en revisión con la introducción de la experiencia trilingüe (que añade el inglés como lengua vehicular en igualdad con las dos oficiales) ha resultado ser en el pasado objeto de un debate con hondo trasfondo político. El final de la disputa exige, por un lado, el cumplimiento del compromiso adquirido por el equipo que llegó a Educación hace dos años de garantizar a todos los padres que podrán elegir el modelo que quieren para sus hijos; y, por otro, la aceptación por todos de los datos reales sobre las preferencias paternas, sin manipularlos para hacer de ellos bandera política. Todo esto no impide una seria reflexión sobre la eficacia de nuestro sistema educativo, en el que se han detectado deficiencias que tienen que ver con la elección de la lengua para cursar los estudios. La prematriculación para el curso 2011-2012 refleja también un aumento del alumnado, que tiene su justificación en el repunte demográfico de los años noventa y que comienza ya a notarse en las aulas de Secundaria (ESO). La previsión de una inexorable caída de la población infantil en las próximas décadas obliga a las autoridades educativas a realizar un pormenorizado análisis de las necesidades futuras, lo que exige atender el crecimiento actual -en medio de una profunda crisis- sin descuidar que el panorama a medio plazo será radicalmente distinto. Un difícil equilibrio que requiere ideas claras y consenso.
Editorial en EL CORREO, 9/5/2011