La voz de las víctimas en las aulas, un deber democrático

EDITORIAL – EL MUNDO – 04/01/15

· La inclusión del papel de las víctimas del terrorismo en el desarrollo curricular de la Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato es una medida acertada y necesaria, cuya concreción requiere el compromiso de todos los partidos. Sería bochornoso, además de una afrenta imperdonable a las víctimas, que una iniciativa consecuente con el hecho de que el rechazo al terrorismo y la consideración de las víctimas ya forma parte de los valores trasversales contemplados en el currículo de Educación Primaria, pueda convertirse en arma arrojadiza en un año eminentemente electoral.

El Gobierno ha decidido aprobar una iniciativa presentada por el PP hace poco en el Congreso sin esperar su tramitación ordinaria, lo que puede levantar suspicacias sobre si un proyecto que merece máximo respaldo responde en realidad a una estrategia de Mariano Rajoy para asegurarse el favor de un colectivo que ha podido sentirse olvidado durante el mal llamado proceso de paz, o incluso defraudado con las recientes excarcelaciones masivas de etarras sanguinarios. Así que al Gobierno y al PP corresponderá la responsabilidad de despejar cualquier duda sobre sus intenciones. Este asunto debe abordarse con absoluto cuidado y rigor para sumar el mayor consenso posible entre partidos y evitar que las víctimas puedan sentirse utilizadas.

Sobran las razones para llevar la voz de las víctimas del terrorismo a las aulas de Secundaria, pero la experiencia vasca demuestra que definir bien la fórmula –sobre todo en un sistema educativo descentralizado– es crucial para impedir que una buena idea acabe convirtiéndose en un motivo de escarnio. Patxi López sacó adelante una iniciativa similar y Urkullu ha acabado equiparando la figura de las víctimas de ETA con las de los abertzales «represaliados» por la Policía. Está claro que en España ha actuado más de una organización terrorista, pero tampoco cabe duda de que 50 años de asesinatos y atentados han convertido a ETA en la principal protagonista de la ignominia.

Es fundamental dejar claro quiénes están legitimados para hablar en nombre de las víctimas y qué mensajes y discursos les representan. Los objetivos unívocos deben ser hacer valer su memoria e impedir que el precio del final de ETA sea el olvido de quienes de forma más directa la padecieron, la equiparación de víctimas y victimarios, o la banalización o justificación del terrorismo etarra.

En definitiva, ésta es una buena iniciativa, clave para resarcir a las víctimas y para evitar la imposición de un relato tergiversado y perverso sobre lo que ha supuesto el terrorismo, y fundamentalmente ETA, frente a la lucha por la democracia y las libertades. Gobierno, PP, y también el resto de partidos democráticos, han de hacer lo posible por impedir que un asunto como éste se convierta en motivo de enfrentamiento.

EDITORIAL – EL MUNDO – 04/01/15