«Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhauser, a la vicepresidenta Díaz reprochándole a Tamames no haber citado a los Ertes, que no son “parados. A ver si soy capaz de explicarlo  y me ayuda el ministro Escrivá. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia”.

Habían pasado las tres de la tarde y daba la impresión de que el sanchismo quería derrotar al candidato Tamames por hambre. Hubo un precedente después de las elecciones de 1986 en el País Vasco, cuando EA negociaba con Euskadiko Ezkerra en un remoto caserío alavés y los rindieron por hambre. Pasaban las horas y los de Bandrés no repararon en que periódicamente sus oponentes se ausentaban camino del baño, donde tenían bocadillos escondidos en un cajón. La intervención de Yoli fue un regalo de Sánchez para hacer un roto a Podemos y fue, probablemente, la más majadera del día. Comenzó su larga intervención reprochando a Tamames el deterioro de la democracia que suponía que el candidato no presentara un programa de Gobierno. ¿Qué programa escucharía ella a Pedro Sánchez en la censura a Mariano Rajoy en junio de 2018? Tampoco el vasco Esteban recordaba con precisión el programa de Gobierno que él apoyó al votar a Pedro Sánchez, una semana después de apoyar los presupuestos del PP. Oír a estos menguados o a Sánchez corregir al candidato es un signo de los tiempos que vivimos.

Debo confesar que moción, candidato y proponente, mejoraron mucho las expectativas que uno tenía a primeras horas de la mañana. Abascal perdió casi media hora en lamentarse del trato que les dan los medios que “ya tienen escrito lo que van a decir mañana”, pero cuando entró en el tema se ajustó, lo hizo bien y lo mejoró en la réplica, sin papeles y con mesura. Sánchez se traía las réplicas ya escritas de casa. En realidad, él volvió a repetir los argumentos de la anterior moción de censura de Abascal y le reprochó un tono ‘furioso’ que solo estaba en su cabeza.

“Quienes impulsan su moción de censura son los sucesores de Blas Piñar”, dijo el chulángano a Ramón Tamames, lo que le valió la mejor réplica del candidato: “Si usted hace una encuesta sobre quién fue Blas Piñar, no le responden ni el 0,001% de los encuestados. En cambio, si pregunta quien fue Largo Caballero, verá que es mucho más conocido: él fue uno de los principales culpables de la guerra civil española”. En la intervención del censurado se dieron la mano la mentira y los errores: atribuyó la congelación de las pensiones de Zapatero que él apoyó en 2010, al Gobierno de Rajoy. Acusó a la derecha de usar Cataluña para alimentar sus aspiraciones políticas. Lo dijo el que pactó con los golpistas catalanes, les rebajó sus condenas y suprimir el delito de sedición y rebajar el de malversación. Como es habitual en él, Sánchez respondió a unos discursos que ni Abascal ni Tamames habían hecho.

Hoy será derrotada la moción por el sanchismo y su cuadrilla, lágrimas en la lluvia, pero no ha sido el esperpento que uno se temía y ha sido un varapalo moral para el censurado: Por parte de Abascal y Tamames, pero también por Inés Arrimadas, que hizo un repaso impecable  a los despropósitos del Gobierno.