Lo que nos importaba que dijera Sarkozy el día que mataron en Capbreton a los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero, en 2007, no era: «Lo he sentido como si fueran dos agentes del CRS». Importó lo que hizo: detener a los autores y aumentar la colaboración con España.
El presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, realizó ayer unas declaraciones de rechazo del asesinato del gendarme francés Jean-Serge Nèrin, perpetrado por ETA en Dammary-lès-Lys. Y pidió a su secretario de Estado de Comunicación el vaso de las lágrimas para decir:
«He sentido el asesinato de este gendarme como si se tratara de un miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado de España.»
Es su estilo más inconfundible. En los momentos que requieren la puesta en escena de su sentido de la responsabilidad, Zapatero dedica a su público una amable exhibición de sentimientos. Lo que nos importa de nuestros gobernantes no son sus sentimientos, sino la asunción de sus responsabilidades. No quiere esto decir que neguemos a nuestros dirigentes el factor humano. Podemos admitir en ellos un cierto desparrame sentimental, a condición, eso sí, de que esté vinculado a su compromiso y a su responsabilidad.
¿Tiene sentido que el lehendakari López, que tan claramente se ha expresado a lo largo del último año, se dirija al entorno etarra con voluntad de seducción, desde la primera persona del plural?
“Tenéis que trabajar con la democracia para terminar con ETA o estaréis fuera de la democracia, de la política y de una sociedad digna como la vasca. Tenéis que escoger. Pero tenéis que escoger ya”.
Pero, ¿no estaban ya fuera de la democracia y de la política? ¿No han sido ilegalizados sus partidos y sus agrupaciones electorales por el tribunal Supremo? ¿no están fuera del Parlamento, las Juntas Generales y la mayor parte de los Ayuntamientos? ¿Se imaginan a Sarkozy haciendo un discurso parecido? Lo que nos importaba que dijera Sarkozy el día que mataron en Capbreton a los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero, el 1 de diciembre de 2007, no era: «Lo he sentido como si fueran dos agentes del CRS». Importó lo que hizo: detener a los autores y aumentar la colaboración con España.
Nota al margen. El gendarme Jean-Serge Nèrin fue asesinado con un revólver Smith&Wesson, un magnum 357, procedente del robo de 300 revólveres y 50 pistolas que ETA perpetró en Vauvert el 23 de octubre de 2006, en vísperas de que Zapatero hiciera pronunciarse (y dividirse) al Parlamento de Estrasburgo sobre el ‘proceso de paz’. El ministro del Interior manifestó entonces que la autoría de ETA en el robo de la armería no estaba totalmente acreditada.
Un mes más tarde se autoenmendó: «Robar pistolas es un acto violento que tendrá consecuencias». Efectivamente: más actos violentos. Uno de ellos, el asesinato de Jean-Serge Nèrin, tres años y medio después.
Santiago González en su blog, 18/3/2010