ABC 31/07/13
Urrusolo regresó a su Pasajes natal, junto a su familia y en compañía de Guisasola
Desde la página 5 El exetarra José Luis Urrusolo Sistiaga, «Langile», que lleva cumplidos 16 de los 449 años años de cárcel a los que fue condenado por sus múltiples crímenes, ha disfrutado ya del primer permiso de los tres que le ha concedido la Audiencia Nacional en contra del criterio de Interior. Y lo ha gozado en compañía de su pareja sentimental, Carmen Guisasola, a la que se le vincula con una veintena de asesinatos, y que también se ha visto agraciada con un largo fin de semana en libertad. A la pareja se ha agregado otro exetarra, Andoni Altza, que, una vez entre rejas, decidió distanciarse de la «lucha armada» cuando la pistola y la cloratita las tenía ya fuera de su alcance.
Han estado juntos en tierras guipuzcoanas, incluida Pasajes, localidad de la que es natural «Langile». Solo en este municipio, ETA ha asesinado a once personas. Eran guardias civiles, policías o «maketos-traficantes», por lo que tras el crimen sus familiares se exiliaron lejos de allí. En cambio, el antiguo pistolero del «comando Madrid» regresa, apenas tres lustros después de su detención, al pueblo natal, donde ha sido acogido por su arraigada familia. La Audiencia Nacional no le impuso como medida restrictiva que disfrutara del permiso fuera del País Vasco, a diferencia de Valentín Lasarte. Ello, porque Urrusolo eligió como escenario para la liquidación del enemigo la capital de España, Barcelona, Tarragona, Valencia, Murcia…
Aluvión de permisos
Tras un largo fin de semana en libertad, «Langile» ha regresado a la prisión de Zaballa, a la espera de disfrutar de otros dos permisos penitenciarios que ya se ha apresurado a solicitar. Con tres concedidos podría acceder al tercer grado, algo que ha suscitado alarma entre las víctimas del terrorismo, que temen un aluvión de licencias penitenciarias a etarras que dicen criticar la «lucha armada», que escenifican su petición de perdón a las víctimas, pero que no han colaborado con la Justicia. El próximo en ser agraciado por este beneficio podría ser Rafael Caride Simón, autor de la matanza de Hipercor. Cumple una condena de 790 años de cárcel y ya ha formalizado su solicitud. O el exmiembro del «comando Madrid» Jesús García Corporales, «Mortadelo», relacionado con el atentado que mutiló a Irene Villa y causó heridas graves a su madre.
La exetarra del «comando Vizcaya» Carmen Guisasola, «Gorda», ha sido agraciada con varias licencias, lo que le ha permitido disfrutar de libertad en diversas ocasiones. Llegó a ser invitada por el Gobierno de Vitoria para dar una lección «magistral» en los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco. El Ejecutivo de Rajoy abortó el desafío. El último permiso lo ha disfrutado el pasado fin de semana, junto a Urrusolo. En su día se le relacionó con una veintena de asesinatos, y ya ha sido condenada por tres, a la espera de varios juicios pendientes. Tras huir a Francia, pasó a ser jefa de los «comandos».
La «hoja de ruta» que han tenido que transitar los antiguos pistoleros José Luis Urrusolo y Carmen Guisasola desde su detención hasta lograr días de libertad no ha sido ni larga, ni tortuosa. Se han prodigado en pronunciamientos en contra de la actividad terrorista, han tramitado su petición de perdón a las víctimas, pero antes dejaron un amplia lista de víctimas mortales, cuyos familiares no se han visto resarcidos.
Indignación de las víctimas
Fuentes judiciales explican que con el permiso concedido ahora a Urrusolo Sistiaga, antes a Lasarte, entre otros, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional no hace sino impulsar la denominada «vía Nanclares», diseñada por el exministro del Interior socialista Alfredo Pérez Rubalcaba. Un plan que el Gobierno de Rajoy ha modificado al introducir condiciones más exigentes para los etarras «arrepentidos», dentro de su «Plan Integral de Reinserción».
Las víctimas del terrorismo se plantean la convocatoria de movilizaciones si, al final, se confirma que la Audiencia Nacional abre las puertas de la prisión de Zaballa para que los etarras supuestamente arrepentidos disfruten de permisos a muy bajo coste. Quienes han sufrido más de cerca el zarpazo del terror lamentan que estos terroristas en ningún caso han colaborado con la Justicia. Alguno, como Kepa Pikabea, alega que «quiero pasar págica y empezar de nuevo».