La apuesta personal que ha hecho Zapatero por estas elecciones les da inevitablemente una significación de indicador de las próximas generales. Y el resultado es un conjunto de alarmas que planean sobre su apuesta global y sobre cada una de las específicas.
Sabemos que es muy aventurado interpretar el resultado de las municipales y de las autonómicas como un indicador de las próximas generales. Pero la apuesta personal que ha hecho Zapatero por estas elecciones les da inevitablemente esa significación, con un conjunto de alarmas que planean sobre su apuesta global y sobre cada una de las específicas.
Sobre la movilización de los españoles para votar contra el PP, lo que ha logrado Zapatero es, sobre todo, una importante desmovilización, con un notable aumento de la abstención, el primer dato negativo de estas elecciones.
Sobre la movilización ciudadana para revalidar sus políticas de esta legislatura, el nivelado resultado de PSOE y PP en porcentajes globales indica al menos un importante interrogante del electorado y un horizonte plenamente abierto de cara a las próximas generales.
Sobre sus candidatos personales, sobre todo, Miguel Sebastián, el PSOE cosecha una estrepitosa derrota que se extiende a la Comunidad de Madrid. Y si Madrid es, como creen los dos partidos, plaza política y simbólica esencial para afrontar las generales, el PSOE las afronta notablemente debilitado en esta comunidad. Y con una derrota que es, sobre todo, la derrota de Zapatero más que del propio partido socialista madrileño. Como lo es en buena medida la derrota de su otra candidata, Carmen Alborch, en Valencia.
Sobre el Estatuto y Cataluña, la significativa abstención de los catalanes confirma el clima social que ya quedó reflejado en el referéndum del Estatuto, el de una comunidad desanimada, confundida y escéptica para la que el Estatuto tan sólo ha traído enfrentamientos e incertidumbre respecto al futuro.
Sobre Navarra, convertida por Zapatero en uno de los ejes de la negociación con ETA, su resultado principal es el importante avance nacionalista, es decir, más conflicto nacionalista y más conflicto etarra para esta comunidad que había logrado mantenerse suficientemente alejada de ambos. Y sobre el País Vasco, el resultado de la apuesta de Zapatero ha sido conocido en la campaña electoral, sin necesidad de llegar al día 27.
Edurne Uriarte, ABC, 28/5/2007