Juan Carlos Girauta-ABC
Sassoli es a Tajani lo que Sánchez a Felipe González
La cantada de Sassoli, presentador de telediario que preside el Parlamento Europeo gracias a Sánchez, ha despertado nuestra curiosidad. Lanzado y carente de formación jurídica, se diría «¿A qué esperar al informe de los expertos?». Y a pelo se pronunció alegremente sobre la extensión a B y C de una sentencia que afectaba a A. Encima, al sedicioso A le afectaba poco, dada su condena en firme. Con menos dotes para la improvisación, habría advertido Sassoli que el TJUE acababa de contradecir lo mantenido hasta entonces por el propio Tribunal, por el Parlamento Europeo que sorprendentemente preside, por la Comisión Europea y por el Consejo Europeo. Es decir, que la sentencia de Junqueras es, en realidad, una solitaria seta, un exotismo, el inexplicable forúnculo en un angélico rostro de mármol, la sospechosa aparición de lo inexplicable allí donde todo tiene explicación. Barata, por lo general.
Sassoli es a Tajani lo que Sánchez a Felipe González. Se puso nervioso, empezó a ver setas y forúnculos por todas partes, dio por normal lo anormal. Y ahí es donde hay que hurgar: sin informe jurídico que esgrimir, prefirió ponerse delante de la cámara con el precipitado borrador de unos asesores que parecen haberse apoyado en consideraciones estrictamente políticas y ajenas a su competencia: el Gobierno español está pactando con esa gente y tal. Tuvo el cuajo Sassoli de instar a las autoridades españolas a cumplir la sentencia, impertinencia que invita a chercher le ventriloque. No es España dada a incumplir sentencias europeas.
Lo que no habían conseguido las cuotas lecheras u olivareras, lo que no lograron aquellos visitantes de dormitorio que asaltaban el sueño de Rajoy bajo el apodo de «hombres de negro», lo que nunca pasó con las transposiciones legislativas más incómodas para nuestras industrias, lo consiguió en un minuto el presentador Sassoli: sembrar el recelo en la fidelísima España, arrojar sombras, provocar un fruncimiento de ceño en nuestros espíritus más confiados, desatar un encogimiento de hombros en los que ya estamos hartos de que todos los aficionados se equivoquen hacia el mismo lado.
Cuentan que Iratxe García, trabajadora social y gran jerarca del socialismo español en Bruselas, salió llorando de su infructuosa reunión con los de Sassoli, donde no habló el presentador porque no había cámaras, sino los abogados del Parlamento Europeo. Yo también podría sollozar un rato si intentará convencer a los responsables del CERN de que no han acabado de entender las implicaciones del bosón de Higgs.
Por cierto, que nadie esgrima el argumento de la supuesta jurisprudencia que establecería la maldita sentencia como razón de la premura de Sassoli, de la temeraria extensión de sus consecuencias y del importuno apremio a las autoridades españolas: las sentencias del TJUE que responden a cuestiones prejudiciales son consultivas y no crean jurisprudencia. Oh.