ETA ha estado recurriendo a secuestros exprés para empresarios que no habían atendido a la extorsión. ¿Habían hecho caja suficiente para aguantar una tregua larga? ¿Se ha puesto en marcha una financiación alternativa como la que sugerían Eguiguren y sus panchos? Si ETA ha decidido dejarlo y nos está acercando la paz a plazos, lo más práctico es esperar al último.
El presidente de la patronal navarra, José A. Sarría, ha comunicado que ETA le ha escrito una carta en la que le dice que ha quedado «cancelada» la exigencia del impuesto revolucionario. Poco después, la Confederación de Empresarios Vascos (Confebask) notificaba que su organización había recibido una carta con mensaje similar. Se supone que serían iguales porque Sarría ha aludido al carácter privado de la comunicación para no mostrarla y esto sí que es un hecho curioso. ¿Es posible considerar que una carta de una banda terrorista en que te notifican tu deuda tributaria con la construcción nacional o, como en este caso, una amnistía fiscal, pueda ser considerada correspondencia privada, una comunicación de naturaleza íntima entre dos razones sociales que no se debe poner en conocimiento de terceros?
Algo pasa con las cartas de ETA. Recordarán que el llamado proceso de paz de 2006 comenzó con una carta que en agosto de 2004 escribieron los terroristas al presidente Zapatero, que éste jamás enseñó a nadie, aunque explicó por doquier que en ella anunciaban su intención de abandonar las armas sin exigir precio político por ello. Sería también una comunicación de naturaleza privada.
El fin de la extorsión estaba anunciado por ETA en su comunicado de tregua del pasado 10 de enero, pero la organización terrorista nunca ha renunciado a vender varias veces el mismo asunto y a rentabilizarlo cuantas veces sea menester. Ahora es el turno de que Eguiguren o Brian Currin y su banda de mediadores sincopados empiecen a decir que le toca mover ficha al Gobierno.
Algo hemos avanzado desde la última vez. Las cartas que recibieron entonces los empresarios navarros eran de extorsión y el Gobierno descalificó al entonces presidente, José Manuel Ayesa, por denunciar el hecho tras afirmar, primero, que las cartas habían sido enviadas antes del 22 de marzo de 2006, fecha del anuncio del alto el fuego; después, cuando se vio que el matasellos era del 7 de abril, que Ayesa era del PP.
La cuestión es que una banda terrorista puede congelar sus atentados por un tiempo determinado, poner a hibernar a sus comandos, dar órdenes estrictas a sus cachorros, porque las armas tardan tiempo en oxidarse, pero las necesidades económicas no decaen con la tregua. Ciertamente los terroristas cobran salarios de subsistencia, pero no pueden cegar todas sus fuentes de financiación. Primum vivere, deinde philosophare.
Se sabe que ETA ha estado recurriendo a secuestros exprés para empresarios que no habían atendido la invitación hecha por carta. Después de unas horas en poder de un comando, pagaban sin rechistar y sin denunciarlo. Otro acontecimiento de carácter privado, al parecer. ¿Habían hecho caja suficiente para aguantar una tregua larga? ¿Se ha puesto en marcha una financiación alternativa como la que sugerían Eguiguren y sus panchos?: «Si es por dinero, siempre lo podremos hacer a través de una organización internacional»?
Hay otra explicación, claro. Que hayan decidido dejarlo y nos estén acercando la paz a plazos. La cuestión es que, mientras nos han vendido dos veces la cancelación de las extorsiones, jamás han dicho una palabra sobre su voluntad de abandonar las armas. Lo más práctico es esperar al último plazo.
Santiago González, EL MUNDO, 29/4/2011