JOSEBA ARREGI, EL CORREO 18/03/14
· Lo que nos está diciendo Sortu es que ellos son en todo los herederos de la historia de terror de ETA.
Apesar de que hay quien sigue pensando que el fin ordenado e inteligente de ETA debiera proceder con flexibilidad, la realidad de cada día pone de manifiesto, una y otra vez, que la firmeza ante el mundo de ETA y de su entorno es lo que hace que ese mundo vaya dando pasos, y cuando no los da, manifieste con claridad por qué no los da. Para que nadie se llame a engaño. El binomio ‘daño causado’ se había convertido, como otras muchas fórmulas, en algo recurrente y repetido sobremanera en la política vasca, pero nadie se tomaba el trabajo de aclarar qué significaba daño, a quién o a qué se había dañado, quién era el autor del daño, en qué sentido era autor del daño producido. Y sin responder a estas preguntas la fórmula ‘daño causado’ se acercaba a no significar nada.
Ahora ha sido el propio Hasier Arraiz quien ha aclarado, al menos en parte, lo que significa ese binomio. Ha afirmado que es irresponsable exigir a los presos de ETA que reconozcan la injusticia del daño causado. Se trata de una aclaración realmente importante, aunque no única, pues el mismo Arraiz ya lo había puesto de manifiesto refiriéndose a la legitimidad que concede a la historia de terror de ETA. Esta vez, afirmando que es irresponsable exigir a los presos que reconozcan la injusticia del daño causado, nos dice que puede haber daños justos e injustos, y que el daño causado por los presos de ETA, por los militantes de ETA, los asesinatos cometidos por ellos, la historia de terror de ETA, es ciertamente daño, pero no un daño injusto, sino justo, necesario y conveniente.
Ya lo habían dicho miembros de la izquierda nacionalista radical también antes y de otra manera: si ahora podían apostar por las vías exclusivamente políticas ello se debía a que la lucha terrorista de ETA había dado sus frutos. Más de uno interpretó en aquel momento estas palabras como algo dirigido al consumo interno, una forma de hacer digestiva la apuesta por vías exclusivamente políticas, una forma de que los militantes de la izquierda nacionalista radical aceptaran el adiós definitivo a la violencia y al terror. Pero ahora se puede constatar que en aquella frase había algo más que un intento de tranquilizar a los parroquianos: algo bastante más estructural en el planteamiento de ETA y de la izquierda nacionalista radical.
ETA ha causado daño: evidente. Pero el daño que ETA ha causado es un daño que no es injusto. Es un daño que ETA no ha tenido más remedio que producir en aras de un bien superior como es la liberación de Euskal Herria por medio de la aplicación del derecho de autodeterminación y de la territorialidad. Lo que con estas afirmaciones nos está diciendo la izquierda nacionalista radical, Sortu, es que ellos son en todo los herederos de la historia de terror de ETA, que no hay solución de continuidad, que no hay ruptura con esa historia, y que no puede haberla.
Pero dicen aún más. En opinión de Arraiz exigir a los presos que reconozcan la injusticia del daño causado es poner obstáculos en el camino de la paz. Es decir: en opinión de la izquierda nacionalista radical, y también en opinión de ETA, la paz no puede significar deslegitimar la historia de terror de ETA, la paz no puede venir de la mano de romper con la historia de ETA, la paz, es consecuencia necesaria de lo anterior, únicamente puede venir de la materialización del proyecto político de ETA, materialización que durante cincuenta años necesitó del ejercicio del terror, y que ahora, gracias a los frutos dados por ese ejercicio del terror, puede plantearse por medios exclusivamente políticos. Por eso es irresponsable exigir a los presos el reconocimiento de la injusticia del daño causado.
Es también clarificador que Arraiz dirija el reproche de irresponsabilidad al lehendakari, dirija el reproche de poner obstáculos a la paz al lehendakari. Si éste exige a los presos arrepentimiento por el daño causado con sus actos de terror está, en opinión de Arraiz, poniendo obstáculos a la paz, que no es posible sin integrar la historia de terror de ETA. Por medio de este reproche Arraiz coloca al lehendakari frente a su propia ambigüedad y dualidad: si el PNV ha sostenido durante años que la violencia era fruto del ‘conflicto’, sólo la solución del ‘conflicto’, no otra cosa, será capaz de traer la paz. Pero habiendo mantenido esto, no tiene sentido exigir ni a los presos, ni a ETA, ni a la izquierda nacionalista radical que se desdiga de la historia de terror de ETA, porque sería tanto como desdecirse del valor constitutivo del ‘conflicto’ para definir la realidad política vasca. En el momento en el que Sortu presentó ante el Ministerio del Interior los estatutos como nuevo partido político, unos estatutos en los que recogía con toda claridad la renuncia al uso de la violencia, quienes siempre han defendido que, sin violencia cualquier idea, cualquier proyecto político es legítimo en democracia, recurrieron a la tópica distinción de medios y fines, a la tópica separación de medios y fines, a la idea de que los medios y los fines existen con independencia unos de otros. Pero lo que la izquierda nacionalista radical nos está diciendo con las manifestaciones que estamos comentando en estas líneas es que esa separación no es posible, porque la violencia y el terror pertenecen al núcleo mismo del proyecto político de ETA, de los presos y de la izquierda nacionalista radical. Por eso no pueden condenar la historia de terror, por eso no es posible exigir a los presos que reconozcan la injusticia del daño causado.
La ley de Víctimas aprobada por unanimidad en la legislatura pasada por el Parlamento vasco habla del significado político de las víctimas asesinadas, habla de la necesaria deslegitimación política de ETA y de su historia. La izquierda nacionalista radical sabe qué es lo que significa lo dicho por la ley de Víctimas. Hay que agradecerles su claridad. Hay otros que parecen no haberse enterado todavía.
JOSEBA ARREGI, EL CORREO 18/03/14