Miquel Giménez-Voapópuli
Pero aquí se trata de las humildes chirimoyas que son, no nos engañemos, las parientes pobres en todas las fruterías
Cuando supe que el hermano de Sánchez había compuesto “La Danza de las chirimoyas” ya me dio mala espina. De entrada, la palabra chirimoya tiene mala rima y no me refiero a Goya, boya o joya. A buen entendedor, ves saliendo si eso, que ahora voy yo.
Uno acaba por tener complejo de malpensado y se dice “Hombre, no seas así y dale un voto – de confianza, no de los otros – a estos Sánchez ,que algo habrán hecho bien, ni que sea freír un huevo”. Pues no. La intuición que me decía que algo olía a podrido en la chirimoya acertó. Si el Sánchez presidente tiene una tesis, me cachis en la mar, el hermanísimo, que ni sabía dónde trabajaba ni dónde estaba su oficina y al que la justicia se lo lleva p’alante, tiene una obra que aseguran que no es suya. Vamos, que es más falsa que una tertuliana sanchista.
Dicen los musicólogos que lo de la chirimoya – resístete, Giménez, resístete al pareado – es del pianista español de origen cubano Leonel Morales o de alguien de su entorno. Por resumir, menos del hermanísimo puede ser de cualquiera que sepa de solfa. Esto, que contábamos ayer en este diario, sería lo menos grave en una familia en la que ni Begoña tiene doctorado alguno ni el resto vergüenza. Lo peor es que esos musicólogos dicen que David Sánchez tiene las luces muy cortas para pergeñar una obra semejante. Es decir, el chaval es mú cortico y si lo sacas del Zamacois se pierde. Incluso es posible que con él también confunda las claves de sol y de fa o crea que un alegro fortísimo es lo que te pasa cuando te toca el Gordo de Navidad.
De todos modos lo preocupante es lo que le va pasar a la chirimoya de ahora en adelante, porque con este escándalo ha de ver su reputación mermada
Presentarte como autor de una obra compleja, aunque espantosa, así a la brava da que pensar. De todos modos lo preocupante es lo que le va pasar a la chirimoya de ahora en adelante, porque con este escándalo ha de ver su reputación mermada. ¿Seguirán vendiéndose como antes o experimentará una caída estrepitosa el mercado chirimoyero?¿Se le exigirá a la chirimoya que declare ante la justicia en calidad de testigo o, Dios no lo quiera, investigada?¿Tenían Koldo, Ábalos, tito Berni o Cerdán algún tipo de vínculo con la chirimoya? Digo más, ¿cobraba la chirimoya del erario público sin acudir a su lugar de trabajo? Todo esto resulta profundamente desagradable y demuestra que siempre se rompe la cuerda por lo más débil, porque si estuviésemos hablando de sandías, manzanas, melones, naranjas, plátanos o melocotones, que son frutas recias, sólidas, de reconoció prestigio, otro gallo nos cantaría.
Pero aquí se trata de las humildes chirimoyas que son, no nos engañemos, las parientes pobres en todas las fruterías. ¿A cuánta gente ha visto usted comerse una chirimoya por la calle? ¿Come usted habitualmente chirimoyas de postre? ¿Ha tenido relaciones sexuales o ni que sea de amistad con una chirimoya?¿Cuantos teléfonos de chirimoyas tiene usted agendados? Digo más, ¿Qué diría si su hijo o hija o hije le dijera que se ha enamorado de una chirimoya? ¡Ah, amigo, mucho hablar pero poco hacer!¡Que somos unos hipócritas, unos cínicos y unos falsos porque a la chirimoya la despreciamos socialmente y ni siquiera contamos con ellas cuando se trata de irnos de frutas!
Es por ello que, viendo que Sánchez incluso es capaz de acabar con ese fruto hijo del árbol nominado Annona Cherimola, de la familia de las anonáceas – una familia muy seria y de derechas de toda la vida – , queremos romper una lanza en pro de la chirimoya. ¡Viva la chirimoya! Y no, no haré la rima, caramba, no sean pesaos.