- Si en las tertulias de hoy se falta al respeto al discrepante, se chilla para ahogar argumentos, se hace oídos sordos al conductor del programa, puede ser porque eso es lo que se busca
Murió José Luis Balbín. Se fue uno de los grandes del periodismo español. Frente a quienes sostienen que los políticos de antes eran de mayor categoría que los de ahora, añado que los periodistas de antes, también. Y los rectores de Universidad. Y los catedráticos. Y los filósofos. Y los sindicalistas. Y los cantantes. Tal vez haya sido en la ciencia y en sus respectivas ramas donde la calidad de sus actores principales supere a los de épocas anteriores. En el resto, por donde quiera que se mire, se aprecia la bajada de nivel de los principales actores de la sociedad española. Y el recuerdo de Balbín ha venido a ponerlo de manifiesto una vez más.
Televisión Española, donde José Luis Balbín ejerció buena parte de su profesión, repuso la semana pasada retazos de lo que fue un programa de enorme éxito, dirigido y presentado por el desaparecido periodista asturiano: ‘La Clave’. Ya se ha dicho que ese programa de debate, que se inició en 1976, ayudó a que los ciudadanos españoles pudiéramos asistir a la divulgación de temas que habían sido prohibidos durante los cuarenta años de la dictadura franquista. ‘La Clave’ de Balbín acompañaba con imágenes y palabras los pasos que se estaban dando en esos años para transitar de la dictadura a la democracia que trajo la Constitución de 1978.
Quienes por su edad no habían visto ese tipo de debates han quedado sorprendidos del nivel que apreciaron en los fragmentos que nos ofreció la cadena estatal. Estaban tan acostumbrados a las voces, al jaleo, a las interrupciones de lo que se ve en las cadenas de hoy, que pensaron que ‘La Clave’ fue un programa de otro país.
El respeto al que estaba en el uso de la palabra era absoluto porque los intervinientes le reconocían su experiencia o su saber de lo que hablaba
Varias son las circunstancias que nos han llevado del debate serio al guirigay. Quienes tengan interés en investigar ese cambio a peor, que busquen en los archivos de TVE y vean que Balbín sentaba en su programa a las personas que él consideraba que podían aportar opiniones fundadas sobre el asunto o la materia de la que se iba a debatir. Quien se sentaba en un sillón de ‘La Clave’, sabía de lo que hablaba, independientemente de que mantuviera una posición o la contraria. Casi nadie repetía programa porque cada semana se tocaban temas distintos y distintos eran los expertos que ocupaban sitio en el debate propuesto. Las interrupciones eran mínimas y las voces inexistentes. El respeto al que estaba en el uso de la palabra era absoluto porque los intervinientes le reconocían su experiencia o su saber de lo que hablaba. Nadie iba al programa a ejercer de muñeco dirigido a distancia por el ventrílocuo de tal o cual partido.
Si comparamos aquellas tertulias con las que hoy vemos en las pantallas de nuestros televisores, sabremos por qué esas peleas, esas voces, esa falta de respeto y de educación por quienes se desgañitan para no dejar hablar a quien mantiene posiciones contrarias al discrepante. A los programas de debates de hoy no acuden expertos en el tema del que se vaya a hablar. No importa de lo que se trate, porque allí siempre estarán los mismos, que en la mayoría de las ocasiones hablan por boca ajena de asuntos de los que no tienen ni la más remota idea. Al contrario de lo que pasaba en ‘La Clave’, en muchas tertulias los intervinientes no reconocen autoridad al contrario, porque saben que lo que dicen es lo que están obligados a decir. Vistos un par de programas, no hace falta saber qué posición va a defender cada uno de los tertulianos sea cual sea el asunto del que se hable. Unos van a defender al Gobierno y otros a atacarlo. El espectáculo está servido y la audiencia se arma de munición para atacar o defender a quienes mantengan posiciones favorables o contrarias a lo que escuchó en la pelea del día anterior en tal o cual cadena de televisión.
No tengo nada contra los tertulianos que a ellos acuden, pero si probaran a llevar a expertos, seguramente el nivel de polarización y el maniqueísmo existente en esos programas disminuiría o desaparecería
¿Por qué no aprenden de ‘La Clav’e quienes hacen esos programas de debates? No tengo nada contra los tertulianos que a ellos acuden, pero si probaran a llevar a expertos, seguramente el nivel de polarización y el maniqueísmo existente en esos programas disminuiría o desaparecería. O tal vez, los directivos de esas cadenas de televisión busquen la bulla, el escándalo, el enfrentamiento para sí retener más a una audiencia que se merece algo de más calidad.
Si en las tertulias de hoy se falta al respeto al discrepante, se chilla para ahogar argumentos, se hace oídos sordos al conductor del programa, puede ser porque eso es lo que se busca o por falta de argumentos o por falta de autoridad del que conduce la tertulia. No me imagino a José Luis Balbín permitiendo en su gran programa de La Clave la chabacanería que se destila en las algunas de las tertulias de hoy.