Santiago González, EL MUNDO, 30/9/11
Al final de su intervención en el Debate de Política General, el lehendakari desgranó diez puntos en los que basa su propuesta para la convivencia. El decálogo es herramienta comunicativa que goza de mucho prestigio desde el Monte Sinaí, también en la izquierda. Fue la parte más novedosa del discurso, principalmente por su octavo mandamiento, en el que optaba por «una orientación consensuada, dinámica y flexible de la política penitenciaria», orientada a la reinserción y basada en «el acercamiento progresivo de los penados, siempre y cuando favorezca esa reinserción». Hay en este punto dos problemas de concepto. El primero es la reinserción, cuestión que siempre fue una opción personal de los reclusos y ahora, al parecer, se transforma en derecho colectivo. Por otra parte, a uno siempre le ha parecido que en la sociedad vasca, quienes necesitan la reinserción de verdad son las víctimas, no sus asesinos y que, aun dando por bueno el equívoco concepto, las probabilidades de que a un terrorista le sobrevenga voluntad de reinserción estará en proporción directa al cuadrado de la distancia que le separe del lugar en que vio su luz primera, en el que dio sus primeros pasos, de la cuadrilla, de las fiestas de su pueblo y del entorno en el que echó raíces.
El diputado alkartasuno Arrizabalaga, embrión del futuro grupo parlamentario de Bildu, interpretó dicho punto como un primer paso en el camino de sus reivindicaciones y el que le sigue, como un avance en el programa de legalización de Sortu, derogación de la Ley de Partidos y así. O sea, un detalle con los presos que expusieron estas reivindicaciones el pasado fin de semana. El parlamentario agradeció la intención, «va en la buena dirección» y, ya con el improbable lenguaje de la LOGSE, «progresa adecuadamente».
Arrizabalaga no era el interlocutor. El lehendakari competía con el jefe de su oposición parlamentaria, Joseba Egibar, por el interés de un asistente que no tenía escaño en la Cámara, sino que estaba sentado en la tribuna de invitados: el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano, aparente destinatario de la parte final del discurso, que estaba orientada hacia el fin del terrorismo y de la réplica vespertina del portavoz nacionalista.
El diputado bildutarra valoró a mediodía los planes del examinando, con juicio benévolo: el discurso tiene partes que suenan «distinto» pero el compromiso adquirido por el lehendakari resulta «insuficiente». La izquierda abertzale, la paralegal Batasuna, expresó el mismo juicio en un comunicado sobre las palabras y las propuestas de Patxi López: «Representan un paso en la buena dirección, pero a todas luces insuficiente». Interesante, ma non troppo. ¿Inédito, pero insuficiente, como diría Rubalcaba? ¿Casualidad o coincidencia?
Les Luthiers lo explicaban en una parodia shakespeariana sobre Enrique VI: «El Poder, el Trono, el Trono o María,/ al fin y al cabo, el Trono lo quiero para posarme sobre él,/ y satisfacer mis deseos,/ los más sublimes y los más perversos./ En cambio a María la quiero para …. / caramba, ¡qué coincidencia!».
Santiago González, EL MUNDO, 30/9/11