Tonia Etxarri, EL CORREO, 9/10/12
Se sorprenden quienes señalan, a modo de reproche, que los partidos que rechazan los debates identitarios sean quienes alerten de las consecuencias que podría acarrearnos un País Vasco independiente, en un ciclo tan decisivo en el que el Gobierno de España está reclamando a Europa unión fiscal y bancaria. Pero es normal, por lógico y coherente, que quienes más temen el retorno de una confrontación provocada por debates identitarios, que tan malos recuerdos dejaron tras el paso de Ibarretxe por Ajuria Enea, ahora se dediquen a hacer sonar la alarma. Y no lo hace uno (el PP) ni dos (PSE), sino tres (UPyD).
Precisamente porque los sondeos van confirmando el auge del nacionalismo en sus dos versiones (el PNV y los herederos de Batasuna) y el desgaste de las fuerzas constitucionalistas, tanto Basagoiti como López ponen especial esmero en señalar al presidente del PNV como rehén de los más radicales de su propio partido y del imán soberanista de los herederos de Batasuna. La preocupación de los populares y socialistas, como la de UPyD, ante el posible triunfo del nacionalismo en sus dos versiones no es baladí. Entre otras cosas porque la independencia no viene solo envuelta en una bandera o con el uso exclusivo de una de las dos lenguas oficiales de la comunidad autónoma vasca, sino que tiene mucho que ver con « las cosas de comer», como suele decir la portavoz del Gobierno vasco, Idoia Mendia. No son las proclamas, son las políticas cotidianas las que generan inquietudes que merecen obtener respuestas concretas. ¿Cómo se garantizaría, en una Euskadi independiente, el mantenimiento de nuestro sistema de pensiones, que tuvo un déficit de 859 millones de euros en 2010? ¿Cómo se financiaría una Seguridad Social independiente con 508.000 pensionistas y 905.000 cotizantes? Pues el PNV y EH Bildu sostienen que se podría hacer. Y el PSE, PP y también UPyD sostienen que es inviable.
Ayer, Urkullu pasó por los ‘Desayunos de ETB’, ‘Egunon’, y no pudo ser más claro a pesar de recurrir a las metonimias para ahuyentar el fantasma del secesionismo. «El grito de la independencia es consustancial con ser nacionalista». Eso dijo. Pero él prefiere el trabajo a las proclamas. Y puestos a trabajar, se compromete a hacerlo para tener «menos dependencia cada día», que suena menos radical. La preocupación de los partidos constitucionalistas no es baladí. El desafío de Mas a quien ha hecho un favor ha sido a Urkullu que, en su calculado distanciamiento de CiU, está enviando mensajes de tranquilidad a ese segmento de ciudadanos vascos que, no siendo nacionalistas, acaban votando al PNV. Pura táctica electoral. La de todos. La de quienes no ven necesario hablar del secesionismo porque no quieren asustar y la de quienes reclaman más claridad al PNV.
Ayer, Rajoy y Basagoiti se reunieron con cuarenta empresarios guipuzcoanos que habían mostrado su interés por transmitir al presidente del Gobierno su incertidumbre ante las consecuencias de la crisis económica. Intranquilos también por la situación que viven en Gipuzkoa desde que gobierna Bildu. Porque, no nos engañemos, emprendedores preocupados como el empresario catalán José Manuel Lara, en Euskadi también existen, aunque luego no se manifiesten.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 9/10/12