Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 14/2/12
Las escenas de cine en blanco y negro sobre la miseria de la crisis del 29 eran algo que creíamos irrepetible, entre otras razones porque no la deseábamos padecer. Pero una crisis semejante se ha presentado, y a nuestro alrededor se producen situaciones personales que nos encogen el ánimo y nos hacen mirar con un cierto despecho los felices años noventa, en los que nos creíamos capaces de superar cualquier situación del pasado. Pero la crisis está aquí, y sus consecuencias políticas e ideológicas se pueden adivinar.
Las atrocidades políticas suceden a las crisis económicas, no debiéramos olvidarlo, y aquí, donde no hemos cerrado el capitulo de ETA, todos hacen como si se hubiera ido. Pero el que se va es Gesto por la Paz, para que su presencia no nos haga recordar la causa por la que nació, mientras ETA se queda. Pues sus estrategas se aprovechan de una situación política en crisis, del despiste generalizado, y de la difícil situación de los socialistas, síntoma evidente de esta crisis, pues ella les ha llevado a su mayor derrota electoral.
Y de no haber sido Rubalcaba el elegido, el himno final del congreso del PSOE en vez de La Internacional podría haber sido Always Look on the Bright Side of Life, el del final de La vida de Brian. En las mismas fechas, en Eibar, se constituye un grupo contra la amnistía compuesto por gente que fue amnistiada, parodiando de una forma sublime el comando suicida del Frente del Pueblo Judaico… Y mientras los del PSE piden el acercamiento de los presos de ETA, torpedeando la única vía existente y posible para la reinserción, la de Nanclares, y hostigando al PP con lo mismo con lo que ellos fueron hostigados por Batasuna, Eguiguren sigue la estela soberanista presentando la idea de promover una especie de Constitución vasca. Le contesta incorrectamente el Gobierno que la Constitución de los vascos es el Estatuto, como si no tuviéramos la misma que el resto de los españoles. Urkullu, con bula para no ser insultado de antipatriota, entra en escena denunciando que las arcas del Gobierno están a las puertas de la bancarrota. Si esto no es una crisis política y de pensamiento se le parece demasiado.
Nuestras bases políticas ya estaban siendo socavadas antes de la crisis. La Transición se estaba poniendo en entredicho; la memoria histórica, más que reforzar la convivencia, estaba siendo utilizada para lo contrario; la negociación con ETA no fue excesivamente escrupulosa con la legalidad; la ley de Partidos saltó por los aires para darle a los allegados de ETA un lugar en la escena política; todo un corpus de acciones que constituyen el prólogo del cambio de mentalidad a la que la crisis nos va a arrastrar. Las bases democráticas que se crearon en la Transición van a ser seriamente contestadas por una mentalidad tendente al extremismo, en el caldo del malestar social, mucho más si ya se había iniciado desde antes. La crisis no viene sola.
Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 14/2/12